Si se tratara de un concurso de belleza, la dieta mediterránea ¡sería la reina! Pero esta vez ha conseguido el cetro y la corona en otra competencia: la de mantener el peso deseado después de un régimen para perder el que sobra. Si ya has bajado esos kilos o libras de más, aquí encontrarás una variedad de sabores y delicias que pueden ayudarte a mantenerte en forma sin grandes sacrificios.
Muchas personas logran seguir una dieta y bajar los kilos o libras que tenían de más. Sin embargo, lo más difícil es mantenerse en el peso deseado una vez que ésta termina y se vuelve a la normalidad. Para evitar recuperar el peso perdido con tanto esfuerzo, hay programas de alimentación especiales, algunos de los cuales pueden incluir asistencia terapéutica y/o sesiones de grupo para compartir experiencias y mantener el entusiasmo y una motivación elevada.
En verdad, hay muchas recomendaciones y diferentes técnicas. Entre ellas, la dieta mediterránea ha demostrado tener éxito, y lo mejor de todo es que no necesitas grandes sacrificios ni privaciones para seguirla, pues sólo es necesario saber elegir correctamente los alimentos entre una amplia variedad de opciones.
Así lo ha demostrado un estudio llevado a cabo por unos investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev, en Israel. Los científicos evaluaron a tres grupos de personas que seguían distintos planes para perder peso durante cuatro años: uno de ellos seguía la dieta mediterránea, otro siguió una dieta baja en carbohidratos y el tercer grupo no tenía limitaciones de calorías.
Al inicio del estudio, la mayoría de los participantes eran considerados moderadamente obesos y luego de cuatro años, tras haber terminado el estudio, quienes seguían la dieta mediterránea no sólo fueron los que más peso habían perdido sino también quienes más continuaban practicando ese plan alimenticio.
Además, según estos resultados que fueron publicados en la revista profesional New England Journal of Medicine, los participantes que siguieron la dieta mediterránea tuvieron mejores niveles de colesterol total (es decir, la suma de los valores de todos los tipos de colesterol en la sangre, los de alta y baja densidad más el VLDL, la lipoproteína de más baja densidad), que los participantes de los otros grupos.
La dieta mediterránea se basa en comer bastantes frutas, verduras y granos integrales, alimentos que por naturaleza son bajos en grasa y sodio, además de no contener colesterol. Del mismo modo, el pan y las pastas generalmente se preparan a base de granos integrales (y no refinados, así no pierden su valor nutritivo), y son una excelente fuente de fibra y contienen vitaminas y minerales.
Asimismo, la alimentación mediterránea incluye el consumo de mariscos o pescado al menos dos veces por semana, menos cantidad de productos lácteos como queso y yogur, porciones pequeñas de frutos secos y semillas a diario. Esta dieta se caracteriza también por consumir muy pocos dulces y confituras, sazonar las comidas con especias y condimentos especias en lugar de sal, realizar mucha actividad física y comer en compañía de familiares y amigos.
Por supuesto, el aceite de oliva es uno de los condimentos característicos de la dieta mediterránea. Este tipo de aceite contiene grasas llamadas mono-insaturadas, que pueden ayudar a disminuir los niveles de colesterol “malo” (LDL o de baja densidad) si se utiliza en remplazo de las grasas saturadas.
Otras grasas saludables propias de la alimentación mediterránea son las poli-insaturadas y los ácidos grasos omega 3 que se encuentran presentes en los aceites vegetales, en los frutos secos (nueces, avellanas, etc.) y el pescado, que son considerados beneficiosos porque ayudan disminuir los triglicéridos (que son un tipo de grasa en la sangre), y a mejorar la condición de los vasos sanguíneos al disminuir la cantidad de placa que se acumula en sus paredes y los hace más estrechos.
La carne roja, a su vez, no es un componente fuerte de la alimentación mediterránea. En cambio, se prefieren las leguminosas (un tipo de alimento vegetal entre las que se encuentran los frijoles o habichuelas, arvejas, chícharos o guisantes y las lentejas), que son fuentes de proteínas, generalmente bajas en grasa y sin colesterol.
Parece abundante y sabrosa, ¿verdad? Pero eso no es todo. Seguir la dieta mediterránea no sólo es bueno para mantener el peso deseado sino también para verte más joven, revertir el síndrome metabólico, y mantener una buena salud a largo plazo. Unas investigaciones previas han relacionado a la dieta mediterránea, por ejemplo, con una mejor salud del corazón, un menor riesgo de contraer diabetes, una mayor longevidad en las personas mayores y -atención muchachos- con una mejor calidad de la erección.
Como puedes ver, hay muchos motivos para seguir esta dieta. Anímate a mantener un plan de alimentación saludable. Lo que funciona no es la restricción, sino la selección adecuada de alimentos que favorecen tu salud, lo que debe convertirse poco a poco en un hábito nuevo.
El grupo que siguió una dieta baja en carbohidratos también logró buenos resultados para bajar y mantener su peso deseado. Puedes armar varias combinaciones de acuerdo a tus gustos y tus posibilidades. Consulta con un profesional calificado(a) para que pueda asesorarte, sobre todo si tienes algún problema de salud que requiera una dieta especial y luego, anímate a cambiar tu alimentación para vivir mejor por más tiempo sin dejar de disfrutarla.
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