Entre los controles de rutina que el pediatra le hará al bebé hay uno mediante el cual corrobora que los huesos de la cadera están en la posición correcta y se están desarrollando normalmente. Específicamente, el pediatra está buscando señales de displasia del desarrollo de la cadera. A continuación te explicamos qué es y cómo se soluciona.
A partir del nacimiento comienza una nueva e intensa etapa en la vida familiar pero no por ello hay que olvidarse de visitar al médico. Por el contrario, los bebés y los niños pequeños están en pleno proceso de desarrollo y hay que supervisar que todo marcha debidamente.
Si prestas atención, en tu próxima visita al pediatra verás que además de pesarlo, auscultarlo, revisar sus reflejos, ojos y oídos, revisa también las caderas del bebé. ¿Por qué lo hace? Pues para descartar la posibilidad de que tenga una dislocación de la cadera, o sea, que los huesos de la misma no estén bien acoplados. La cadera está formada por el hueso de la pelvis en la que va insertada la cabeza femoral, que es la bola al extremo del hueso largo del muslo (o fémur). En algunos bebés, el orificio en el que se inserta la cabeza del fémur es muy superficial y ésta puede “salirse” o dislocarse, ya sea parcial o completamente. A esta dislocación se le llama displasia y puede presentarse en una sola cadera o en ambas. Por cierto, se le conoce con varios nombres, displasia del desarrollo de la articulación de la cadera; displasia congénita de la cadera; dislocación congénita de la cadera o dislocación en el desarrollo de la cadera.
Cuando la cadera está completamente dislocada es fácil reconocerla en el recién nacido. Pero si los síntomas son leves, cuesta más trabajo detectarla. Por eso es importante seguir haciendo revisiones periódicas. Las causas de la displasia congénita de la cadera todavía se desconocen, pero sí se saben los factores que aumentan las posibilidades de que ocurra:
- Bajo nivel del líquido amniótico en el útero (ese es el líquido en el que vive el bebé dentro del útero durante el embarazo).
- Ser el primer hijo.
- El sexo del bebé ya que es más frecuente en las niñas (se estima que por cada seis niñas que tienen este problema hay un varón que lo padece).
- Que el bebé haya estado en posición de nalgas durante el embarazo (con los glúteos hacia abajo).
- Tener antecedentes familiares.
Cuanto antes se detecte este problema, más posibilidades habrá de obtener mejores resultados en la recuperación. Por eso, entre las primeras pruebas que recibirá tu bebé, al menos una tendrá como objetivo buscar algún problema en la cadera, ya que a veces esta enfermedad no da señales a simple vista. Para ello, el pediatra aplicará presión sobre las caderas mientras las piernitas del bebé se mueven y tratará de detectar chasquidos o crujidos de los huesos. Si nota algo, para confirmar el diagnóstico podría solicitar una ecografía en el caso de un bebé o una radiografía en el caso de un niño.
Es posible que la cadera esté dislocada y no de síntomas. Los que suelen presentarse son:
- La pierna con problema de cadera puede parecer que se sale más o es más corta que la otra.
- La pierna del lado del problema tiene el movimiento limitado.
- Los pliegues de la piel en los muslos o en las nalgas son diferentes en una y otra pierna.
¿Cuál es el tratamiento? Si la displasia del desarrollo de la cadera se detecta durante los primeros seis meses de vida, por lo general se corrige usando un dispositivo o arnés para mantener las piernas del bebé separadas y volteadas hacia afuera (posición de pata de rana). Este método tiene más éxito en los bebés que en los niños más grandes. Si no mejora, entonces hay que recurrir a la cirugía. Después de la operación, el niño tendrá que llevar una férula ortopédica durante un tiempo.
Sin tratamiento, la displasia congénita de la cadera ocasionará artritis y deterioro de la cadera, lo cual puede ser gravemente debilitante cuando el niño crezca. Por eso es importante detectarla lo antes posible para que las probabilidades de éxito sean las mejores.
Ahora que ya sabes de qué se trata la displasia congénita de la cadera, comprenderás por qué es tan importante visitar regularmente al pediatra aún cuando el bebé no esté enfermo. Y si hay antecedentes de displasia del desarrollo de la cadera en tu familia, no te olvides mencionárselo al pediatra para que preste todavía más atención.
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