Zarandear o sacudir a un bebé durante tan solo unos segundos puede ser suficiente para dejarlo ciego, causarle una lesión cerebral con secuelas neurológicas irreversibles o, incluso, la muerte. Se le conoce como traumatismo craneal abusivo o síndrome del bebé zarandeado y los principales síntomas son la hemorragia cerebral y de retina, las fracturas óseas y las secuelas neurológicas que pueden afectar al oído, la movilidad de cualquier parte del cuerpo o, en general, cualquier función del cerebro.
Un bebé con buena salud puede llorar una media de dos o tres horas al día, sobre todo al atardecer y durante los primeros meses de vida. Muchas veces el llanto durante un periodo largo de tiempo y la dificultad para consolarlo puede resultar desesperante para sus padres o cuidadores principales. Si a eso se le suma que es una etapa cansada, con muchos cambios en las rutinas familiares y donde muchas veces faltan horas de sueño y hay muchos factores que pueden causar estrés, no es difícil que la persona que está a cargo del bebé pueda perder los nervios. Es por ello que resulta fundamental dar a conocer el peligro que entraña caer en esta práctica, aunque sea durante un momento, explica a Vida y Salud el Dr. Cèsar Ruiz, jefe de la Sección de Neonatología del Hospital Vall d’Hebron, de Barcelona (España).
Este centro hospitalario acaba de implementar un programa para informar y concientizar a las familias de todos los recién nacidos sobre los peligros de zarandearlos durante sus primeros meses de vida. Primero lo hace la enfermera, de forma verbal, cuando aún están en la habitación y después reciben por escrito un folleto con toda la información resumida que se incluye en la documentación que se les entrega cuando les dan el alta y salen del hospital. “Aunque la gente sabe que no es bueno agitar o sacudir a un bebé, hay un desconocimiento sobre la gravedad que esta práctica puede implicar, que puede acabar incluso con la vida del bebé”, comenta este experto.
Uno de cada cuatro casos graves muere
Los bebés tienen la cabeza muy grande en proporción al resto de su cuerpo. Además, la musculatura del cuello en esta etapa es aún débil, por lo que los zarandeos o sacudidas provocan movimientos bruscos de aceleración y desaceleración que fácilmente se pueden traducir en lesiones cerebrales o un traumatismo craneal.
Según cifras proporcionadas por este hospital, en todo el mundo se estima que uno de cada cuatro niños que sufre este tipo de violencia, muere. Y, de los niños que sobreviven, aproximadamente un 65-80% presentan secuelas neurológicas, como:
- Problemas para caminar o moverse
- Trastornos de lenguaje
- Pérdida o disminución de la vista
- Alteraciones o pérdida del oído
- Problemas conductuales
- Retraso mental
Aunque, en realidad, hay muchos casos que no son detectados, porque no precisan atención médica urgente, y que por ese motivo no se pueden contabilizar. Pero eso no significa que esos bebés no puedan tener secuelas que aparezcan o se detecten después, incluso tras varios meses o años, y nunca se llegue a sospechar o detectar que el origen de la lesión fue una zarandeada en sus primeros meses de vida.
Aunque este tipo violencia física no es la más frecuente que se ejerce contra los niños, sí representa la que causa más muertes y más secuelas, resume la Dra. Anna Fàbregas, adjunta del Servicio de Pediatría y coordinadora del equipo EMMA-Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia: “Es un maltrato muy grave, hace falta que la población sea consciente del daño que puede provocar a sus hijos al zarandearlos”.
¿Por qué lloran los bebés?
Los pediatras explican que las principales causas por las que lloran los bebés son:
- Hambre
- Sueño
- Cansancio
- Pañal mojado o sucio
- Buscan contacto con su madre, padre o cuidador
- Alguna molestia o dolor
- Están incómodos por cualquier orto motivo
Si al resolver cualquiera de estas demandas: cargarlos en brazos, arrullarlos a un ritmo tranquilo, darles el pecho o biberón, cambiarles el pañal y otras técnicas tradicionales no funcionan, se recomienda a los cuidadores hacer relevos con otras personas que intenten calmarlos.
En el caso de que sea una sola persona la que está a cargo del bebé en ese momento y siente que está a punto de perder el control, los expertos recomiendan que lo deje en su cuna, de lado o con la barriga hacia arriba, y busque un espacio para recuperar la tranquilidad, llamando a una persona de confianza, si es posible, para que le ayude.
El Dr. Ruiz añade que “es importante encontrar alternativas en el manejo del enojo, el cansancio o la frustración y, si es necesario, pedir ayuda”. Además, este experto nos recuerda que, a pesar de que es normal que un bebé llore sobre todo los primeros meses de vida, si llora más tiempo o más fuerte que de costumbre o parece que sufre se tiene que consultar al pediatra.
Más casos entre los dos y ocho meses de edad
Entre los casos detectados de síndrome del bebé zarandeado se ha observado que el desencadenante principal es el llanto continuado inconsolable del bebé y también influyen otros indicadores de riesgo como las expectativas no realistas sobre el desarrollo del bebé, el estrés, las situaciones familiares de vulnerabilidad, la violencia machista, el uso de alcohol u otras sustancias, el haber sido víctima de violencia en la infancia, el hecho de que los progenitores sean jóvenes o de familias monoparentales sin apoyo de su red social o haber sido derivado previamente a los servicios de protección de la infancia.
Habitualmente, los hombres ejercen más este tipo de violencia que las mujeres. La etapa en la que se dan más casos son entre los dos y ocho meses de vida. “Es importante que como adultos ajustemos nuestras expectativas y sepamos que los llantos formen parte de una etapa normal en el desarrollo y que hay una gran variabilidad entre bebés en el temperamento, el patrón de llanto y los niveles de actividad”, indica la Dra. Fàbregas.
Aunque el Dr. Ruiz prefiere ser prudente y asegura que “no se puede hablar de una tendencia a la alza” en el número de este tipo de casos, reconoce que este año se han detectado más casos en este hospital respecto al año anterior. Se espera que con la campaña informativa que se ha puesto en marcha se reduzcan el número de casos en los próximos años.
Por Karla Islas Pieck
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