Uno de los motivos que explican por qué a muchas personas les gusta comer picante -chile, ají, guindillas- y de manera especial en los países en los que hace más calor, es porque nos hace sudar y eso ayuda a bajar la temperatura corporal. Así lo explicó a Vida y Salud el doctor David Julius, premio Nobel de Medicina y Fisiología en el 2021, tras ofrecer una conferencia en la Academia de las Ciencias Médicas y de la Salud de Cataluña, en Barcelona (España), con motivo de la celebración del 150 aniversario de esta entidad.
El doctor Julius, que actualmente es el jefe del departamento de Fisiología de la Universidad de California, nos comenta que existen muchas razones culturales que explican por qué diversas poblaciones, entre ellas muchos pueblos de América Latina, han comido picante desde tiempos remotos.
Además de sus efectos para regular la temperatura corporal, la capsaicina -que es la sustancia responsable de que los chiles piquen- también se usa como conservante en los alimentos. “Pero principalmente comemos picante porque nos gusta la sensación que nos causa”, en palabras de este experto.
Averiguar por qué pican los chiles ha sido uno de sus objetivos de investigación y así fue como descubrió algunos de los mecanismos que hay detrás este proceso. Pero lo más interesante, en realidad, son las posibles aplicaciones que pueden tener sus descubrimientos para ayudad a mejorar el tratamiento del dolor crónico y otras enfermedades.
¿Qué tienen que ver los chiles con el tratamiento del dolor?
Durante su conferencia, el doctor Julius recordó que sentir dolor es crítico para la supervivencia de los seres vivos. “Nos protege del daño y de potenciales peligros, además de que nos alerta sobre la aparición de enfermedades”. El problema ocurre cuando este dolor pasa de ser un mecanismo de defensa y se vuelve crónico o persistente, deteriorando de manera importante la calidad de vida de la persona que lo sufre.
Aunque no existe un sólo tipo de dolor, ya que las causas de una migraña o de un lumbago son muy diferentes al efecto causado por una herida, una inflamación o una quemadura, este científico está intentando descubrir cómo se produce esta sensación en el cuerpo para poder desarrollar nuevos tratamientos que ayuden a controlarlo. El principal reto es conseguir nuevos tratamientos que, además de ser eficaces, puedan tener menos efectos secundarios que las opciones que existen actualmente, como los analgésicos, los opioides o los antiinflamatorios no esteroideos.
El descubrimiento que le hizo ganar el premio Nobel fue encontrar un gen específico que es el responsable de que las células sean sensibles a la capsaicina, es decir, de que una persona pueda sentir ardor en la boca al comer un chile. Y ese hallazgo podría ser clave para ayudar a la ciencia a descubrir cómo funciona el dolor y, por ende, a tratarlo mejor.
Además, tras este descubrimiento, el equipo que dirige este investigador en la Universidad de California está usando otras sustancias de origen natural, como el mentol y el wasabi, para investigar otros mecanismos similares. En el caso del wasabi, se sabe que el receptor que permite a las personas sentir el efecto irritante de esta variedad de rábano picante está relacionado con diferentes reflejos protectores del proceso respiratorio como, por ejemplo, con el control de la tos.
Por otra parte, estos científicos también han descubierto que el receptor que se activa al consumir mentol es el que se reacciona también ante el frío. Es decir, el mecanismo que nos alerta de las bajas temperaturas. En el caso de la capsaicina sucede algo similar con el calor y el mecanismo que nos protege de quemarnos.
Durante su conferencia, el doctor Julius aprovechó para recordar la importancia de cuidar la biodiversidad del planeta, ya que en muchos compuestos naturales se encuentra la clave para poder tratar muchas enfermedades que hoy por hoy no tienen cura, “Debemos cuidar nuestro planeta”, aseveró.
Una ayuda para las personas con problemas para tragar (disfagia)
Además de la investigación en el campo del dolor, estos descubrimientos pueden ser de gran utilidad para ayudar a conocer y tratar otras enfermedades. En concreto, en el Hospital de Mataró se están realizando investigaciones basadas en los mecanismos descubiertos por el equipo del doctor Julius, según explica el doctor Pere Clavé, director de investigación en el Consorci Sanitari del Maresme y uno de los referentes internacionales en el estudio de la disfagia.
En este hospital, que está ubicado en la provincia de Barcelona (España), están utilizando algunos compuestos derivados del mentol, la pimienta negra y el chile o ají que ayudan a estimular la deglución en pacientes que tienen problemas para tragar.
El doctor Clavé explica que estos problemas aparecen de forma natural en personas de edad avanzada, pero también afectan a pacientes con enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer y a personas que han sufrido embolias o accidentes vasculares cerebrales.
“Hemos visto que los pacientes con disfagia o problemas para tragar tienen una baja sensibilidad en la faringe ante los diferentes estímulos”. Se ha visto que con compuestos derivados de estas sustancias se puede facilitar el proceso de tragar ya que se estimula tanto la faringe como la región del cerebro encargada de la deglución.
Este experto cree que “la disfagia se puede convertir en una pandemia en los próximos años”, debido a que cada vez hay más personas mayores. “Especialmente en sociedades como la española o la japonesa, donde la esperanza de vida es muy alta”. Es por ello que resulta de gran importancia encontrar posibles tratamientos que ayuden a contrarrestar este proceso y, por tanto, a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Por: Karla Islas Pieck
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