A partir de la pubertad, el flujo vaginal es algo común y necesario. Las glándulas en la cérvix y la vagina segregan un líquido cuya función es eliminar células muertas e impurezas. De esa forma, el área se mantiene limpia, lubricada y proteger contra las infecciones.
Pero el mecanismo no es infalible y se pueden presentar infecciones. Estas se identifican por un cambio en el olor, la textura y el color del flujo vaginal. Si se torna amarillo, es importante ver a tu doctor inmediatamente. Podría tratarse de una infección por transmisión sexual como la gonorrea, la clamidia o la tricomoniasis. Estas pueden venir acompañadas de dolor, un olor fétido, ardor al orinar, picazón en la vagina, sangrado y/o fiebre.
El flujo amarillo también podría deberse a la cervicitis, que es una inflamación del cuello uterino. Esta podría ser causada por el uso de un diafragma o la alergia a condones o espermicidas, no necesariamente por una enfermedad de transmisión sexual.
En cualquier caso, visita a tu ginecólogo/a de inmediato, para establecer el diagnóstico y recibir tratamiento. Y, de ahora en adelante, practica sexo seguro para evitar más infecciones en el futuro.
Imagen © iStock / DRB Images LLC