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© iStockphoto.com / Aldo Murillo

El compartir es una lección que los padres les enseñan a sus hijos desde pequeños. Las maestras de kindergarten son indispensables a la hora de perfeccionar este proceso. Un niño que comparte y espera su turno es el sueño de los padres. Pero, ahora, mientras preparamos a nuestros hijos para el nuevo año escolar, los padres y el personal de la escuela deberían volver a plantearse el compartir para ayudar a prevenir los microbios.

No compartan bebidas ni refrigerios: El contacto boca a boca es una manera obvia de propagar los gérmenes. Cuando se trata de compartir en la cafetería, los niños deberían guardarse para ellos mismos sus comidas y bebidas. Esto vale también para el campo de juegos: asegúrense de que sus hijos tengan su propia botella de agua cuando hagan deporte.

No compartan con el piso: Muchos niños creen que algo es seguro —comida, utensilios, goma de mascar— si se ha caído al suelo por unos pocos segundos.

Los padres y los maestros deben desacreditar oficialmente la regla de los “cinco segundos”: si algo se cae al suelo, o bien se queda en el piso o va a la basura.

No compartan los teléfonos celulares: Los padres de preadolescentes y adolescentes probablemente ven a sus hijos con un accesorio permanente en la mano o junto a la oreja: el teléfono celular. Y, cuando los amigos se reúnen, es muy común pasarse el teléfono para que todos puedan saludar. Tal vez los adolescentes no se den cuenta, pero este contacto oreja a oreja o boca a boca a través del celular propaga microbios… ¡y rápido!

Eviten tocarse los ojos, la nariz y la boca: En la escuela, muchos elementos se pasan de niño en niño: “Tomen uno y pásenle el resto a su compañerito” y “¿Me prestas un lápiz?” son solo dos ejemplos. Sin embargo, el problema no es compartir sino lo que viene después. Lo más importante es que los niños no se lleven las manos a la boca o la nariz, ya que es una manera infalible de propagar gérmenes. Al tocar una superficie contaminada y después tocarse los ojos, la nariz o la boca, pueden propagar los microbios, como el virus de la gripe H1N1 del 2009 u otros virus de la gripe estacional.

Lávense las manos con frecuencia: Los buenos hábitos se adquieren en casa y en la escuela, y hay que recordárselos constantemente a los niños. Hay que lavarse las manos con frecuencia —especialmente antes y después de las comidas— con agua tibia y jabón por lo menos durante veinte segundos. Mantengan cerca desinfectante para manos a base de alcohol en caso de no tener acceso a agua y jabón.

 

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