- En el año 2022 los suicidios de personas mayores de 65 años aumentaron un 8% en los Estados Unidos.
- Una de las dificultades para el diagnóstico de la depresión en los mayores de 65 años es que sus síntomas son diferentes a los habituales: en lugar de tristeza se produce irritabilidad.
- El dolor crónico puede aumentar hasta en cuatro veces el riesgo de depresión y esta, a su vez, reduce el umbral del dolor de las personas, retroalimentándose ambos por tanto en un círculo vicioso.
Cuando hablamos de suicidios muchas veces se nos viene a la cabeza o bien la imagen de un joven inseguro sobrepasado por las circunstancias, o el de una persona de mediana edad agobiada, con preocupaciones, o algún trastorno de salud mental. Sin embargo, quienes más se suicidan en realidad son las personas mayores, aunque esta sea una realidad mucho menos visible.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los adultos mayores de 70 años son los que tienen más probabilidad de morir por suicidio. En Estados Unidos las muertes por suicidio en personas mayores de 65 años aumentaron más de un 8% durante el año 2022, el año con más suicidios en la historia de Estados Unidos con 48.183 fallecimientos por esta causa.
Este es uno de los datos que nos hablan sobre el mal estado de salud mental que tienen los ancianos. Jubilaciones traumáticas, enfermedades incapacitantes, pérdida de movilidad, soledad, aislamiento, problemas económicos, la falta de cuidados o el empeoramiento de otras patologías pueden agravar estos problemas. “A veces un suicidio se desencadena con la primera incontinencia urinaria”, explica el Dr. Manel Sánchez, subdirector médico del hospital psiquiátrico Sagrat Cor de Martorell, en España, y presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría. “El problema fundamental que tenemos es que existe una prevalencia muy alta y una enorme dificultad de dar una atención especializada”, añade.
El psicogeriatra insiste en la necesidad de tratar bien a estas personas y sobre todo en detectar los problemas a tiempo. “Hasta el 14 % de los mayores de 65 años sufre alguna patología mental, pero muchas veces no se les presta atención y se achaca todo al proceso del envejecimiento”, explica el Dr. Sánchez, quien insiste en la necesidad de una atención especializada en estas personas. “Las personas mayores tienen muchos problemas de salud física asociada pero, además, expresan las patologías mentales de forma distinta a otras franjas de edad, lo que dificulta aún más su diagnóstico”.
El experto añade también que muchos de sus pacientes acarrean traumas de toda una vida o enfermedades mentales. “Es la primera vez en la historia de la medicina que vemos a pacientes de edades tan avanzadas, y la ciencia aún no conoce lo suficiente para establecer cómo evolucionan las enfermedades a tan largo plazo”. El Dr. Sánchez incide en señalar esta problemática y en la necesidad de plantear medidas y recursos que puedan ayudar a combatir el suicidio, relacionado en estas edades muchas veces con la depresión.
El dolor y la depresión, un binomio peligroso en las personas mayores
La relación entre depresión y dolor es un fenómeno que, a pesar de ser muy prevalente en gente mayor, aún es poco conocido por los profesionales sanitarios no especializados en psicogeriatría. De hecho, hasta el 13 % de todas las personas mayores presentan depresión y dolor crónico asociado. La importancia de realizar un abordaje integral, que tenga en cuenta la dimensión emocional del paciente y no solo el tratamiento del dolor es una de las reclamaciones de los profesionales.
El Dr. Javier Olivera, psiquiatra y responsable del Programa de Psicogeriatría del Hospital Universitario San Jorge de Huesca, explica que las personas mayores de 60 años tienen una prevalencia de dolor crónico superior al 55 %, mientras que en las de más de 75 años esta cifra supera el 62 %, muy por encima de los rangos en personas jóvenes, que van desde el 15 al 45 %. “Dado que el dolor crónico puede aumentar el riesgo de depresión hasta cuatro veces más respecto a personas sin dolor, es muy comprensible que exista una proporción destacada de población mayor con depresión y dolor”, asegura.
El Dr. Manel Sánchez destaca la necesidad de poner el foco de atención en el estado anímico del paciente. “La depresión en gente mayor puede pasar desapercibida, ya que su expresión clínica más frecuente no es la tristeza que se asocia a este trastorno. Muchas veces la persona presenta irritabilidad, que el profesional relaciona con una consecuencia del dolor cuando no es así y, si no se trata la depresión, el paciente no mejora”, subraya.
Asimismo, el Dr. Sánchez explica que la depresión hace que el umbral del dolor de las personas mayores se reduzca, lo que crea un peligroso bucle que termina empeorando gravemente la situación de la persona mayor.
“Si no se realiza un abordaje integral y atendemos cada una de las patologías de manera exclusiva y unilateral, corremos el riesgo de abusar de los fármacos analgésicos”, advierte el Dr. Olivera, que indica como estos pueden tener importantes efectos secundarios en el caso de los opiáceos. “También corremos el riesgo de no tratar el componente emocional depresivo, que puede ser grave en estos casos, incluso suponer un riesgo aumentado de suicidio en esta población mayor”, añade.
La relación existente entre dolor y depresión es de sobra conocida por la literatura científica, pero es cierto que existen publicaciones muy recientes que profundizan en dicha cuestión. “Existen revisiones que comentan la asociación entre depresión y dolor crónico en las personas mayores, con un papel muy importante de la neuroinflamación como mecanismo asociado a ambos procesos”, destaca el Dr. Olivera, quien añade como, precisamente por esa misma razón, se está estudiando el uso de medicamentos antiinflamatorios e incluso corticosteroides como potenciadores de los antidepresivos.
Por Miguel Ramudo
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