El trastorno bipolar también es conocido como enfermedad maniaco-depresiva y afecta a entre el 1-3% de la población. Es, junto al trastorno de ansiedad y el trastorno de depresión mayor, el trastorno de salud mental más común en Estados Unidos.
“El trastorno bipolar se engloba en los trastornos afectivos, que son los que afectan a la regulación del humor de la persona. Consiste en cambios muy intensos y drásticos del humor, con fases de bienestar, exaltación y euforia -que llamamos manía o hipomanías si son menos intensas-, con otras fases muy bajas que tienen características depresivas. Suele aparecer al final de la adolescencia o en los primeros años de la edad adulta”, explica el doctor Narcís Cardoner, director del servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau – IIB Sant Pau, de Barcelona.
La duración de estas fases es prolongada y, como señala el experto, “provocan una interferencia significativa en el funcionamiento de la persona, condicionando la capacidad para tomar decisiones del paciente”.
El diagnóstico es, como apunta, “relativamente complejo”, porque se establece de manera prospectiva y no hay marcadores precoces que permitan una identificación temprana del diagnóstico, tal y como sucede en la mayoría de las enfermedades mentales.
“Si una persona comienza con una fase depresiva, no se puede establecer el diagnóstico hasta que no aparece una fase opuesta de manía o hipomanía, con euforia. Y, si sucede al contrario, puede establecerse el diagnóstico si se identifica el episodio. Debe tenerse en cuenta que, una vez que surge el cuadro, pueden identificarse cambios alteraciones que afectan el sueño o la situación subjetiva de energía, que pueden ser síntomas precoces”, explica.
El trastorno bipolar, como otros trastornos mentales, es una enfermedad compleja. Esto significa que son precisos:
- Factores genéticos que predisponen a una persona a desarrollar la enfermedad
- Factores del entorno (o ambientales) que interaccionan con los factores genéticos
“Hay un factor genético que predispone a un mayor riesgo de tener la enfermedad: muchas de las personas con trastorno bipolar tienen antecedentes familiares de otra enfermedad, sobre todo de enfermedades que afectan a la regulación emocional, como la depresión o, incluso, otros trastornos bipolares. Pero tiene que haber una interacción con factores ambientales, como situaciones traumáticas en la infancia o estrés mantenido a lo largo de la vida e incluso consumo de alcohol y drogas. No hay una causa concreta”, detalla.
Además, se han descrito que los pacientes con trastorno bipolar sufren alteraciones en el cerebro tanto en su estructura como en su funcionamiento “pero no sabemos si son a consecuencia de la enfermedad o si son factores que predisponen que la persona padezca la enfermedad”.
¿Cómo se trata?
El tratamiento está formado por tres pilares:
- Tratamientos farmacológicos que se usan en función de la fase del trastorno: antidepresivos para tratar la depresión y otros fármacos para rebajar la euforia, la hiperactividad y la exaltación. También se usan fármacos estabilizadores del humor para prevenir la aparición de nuevos episodios y reducir el riesgo de estas variaciones en el estado de ánimo.
- Psicoterapia: este tipo de abordaje es múltiple y puede usarse para que la persona conozca bien el trastorno y sepa las características y qué debe hacer cuando identifique cambios en su ánimo que le anuncien un episodio. Las intervenciones basadas en mindfulness pueden proporcionar herramientas para que reduzca el impacto de la enfermedad y nuevos episodios.
- Hábitos saludables de vida: reducen los factores de riesgo asociados con la enfermedad. Por este motivo, es importante dormir un número adecuado de horas, comer de manera saludable, realizar actividad física de manera regular y evitar alcohol y drogas.
¿Qué papel juega la pareja/cuidador del paciente?
El doctor Cardoner recalca el papel clave que juega el cuidador o la pareja, ya que puede identificar “muy precozmente” cuándo se produce una recaída. “Es una referencia absoluta y garantiza que se cumplan los tratamientos y los hábitos saludables, que reducen el riesgo. Muchas veces son un canal de comunicación muy importante entre la persona que tiene la enfermedad y el equipo médico y psicológico. Y es esencial informar a la red social que acompaña al paciente, porque garantiza una buena evolución de la enfermedad”, recalca.
El doctor Cardoner concluye subrayando la importancia del diagnóstico precoz del trastorno bipolar “para poder identificar y tratar de la manera más adecuada para que mejore el pronóstico, porque es una enfermedad tratable”.
Por Javier Granda Revilla
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