El sueño es algo reparador y necesario para mantener nuestra salud. Su función es la de permitir que el sistema nervioso se recupere de su fatiga durante el estado de vigilia. Cuando nos privan del sueño por un tiempo muy prolongado puede producirnos irritabilidad, incapacidad para concentrarnos y en casos extremos visión borrosa y alucinaciones. Hay muchos factores que pueden incidir en él y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya considera como una epidemia de salud pública los problemas del sueño.
Pasar una noche en vela no es agradable, pero tampoco debería ser motivo de preocupación. Cuando estos incidentes se repiten con frecuencia es cuando deberíamos plantearnos que hay alguna razón importante y acudir a un especialista que nos haga un diagnóstico adecuado. No obstante, hay muchas personas que antes de acudir a estos especialistas buscan una solución en los múltiples productos que no requieren prescripción médica y que prometen solucionar estos trastornos ¿Hasta que punto son seguros y eficaces estos productos?
Pocas evidencias sobre las plantas medicinales
El insomnio es uno de los problemas más habituales relacionados con el sueño y existen muchos productos derivados de plantas naturales que aseguran poder ayudar en el manejo de este trastorno. En este caso se emplean que provocan la relajación y atenúan la excitación nerviosa excesiva. Al contrario que muchos de los somníferos de síntesis química, las plantas medicinales sedantes y tranquilizantes son capaces de inducir el sueño natural, sin provocar somnolencia residual a la mañana siguiente y sin riesgo de crear dependencia.
Las más utilizadas en fitoterapia el lúpulo, la pasiflora, la valeriana y la amapola de California, aunque los expertos señalan la falta de estudios que demuestren su eficacia. “Hoy en día no tenemos suficiente evidencias para decir si estos remedios naturales pueden llegar a beneficiar realmente a los pacientes con trastornos del sueño” comenta Óscar Sans, director médico de la Unidad del Sueño en el Hospital Sanitas CIMA de Barcelona, en España, una opinión con la que coincide Álex Iranzo, jefe de la Unidad del Sueño del Hospital Clínico también de Barcelona “La gran mayoría de estos productos no están avalados por estudios científicos que demuestren que pueden mejorar los trastornos del sueño. Sólo en el caso de la melatonina encontramos algunas evidencias”.
Para Odile Romero, coordinadora de la Unidad de Sueño del Hospital Quirónsalud Barcelona, uno de los problemas con estos productos derivados de plantas es la falta de una investigación que establezca con rigor sus propiedades. “Es cierto que la valeriana tiene un perfil ansiolítico, pero habría que conocer exactamente el rigor del compuesto de valeriana. Porque no es lo mismo una más pura que otra menos y tampoco es igual una infusión que una pastilla, ni la hoja tiene las mismas propiedades que la raíz”.
Aun así, y a pesar de la falta de evidencias, los expertos tampoco se posicionan en contra de estos productos. “La ventaja que tienen sobre otras sustancias más farmacológicas es que el sueño que producen es más fisiológico. Porque las benzodiacepinas cronifican más y crean más dependencia y este tipo de sustancias son menos, entre comillas, dañinas” explica Romero.
La melatonina y su eficacia
Un segundo grupo de productos sin prescripción médica empleados para el tratamiento de los trastornos del sueño es de los derivados de la melatonina. Se trata de una hormona presente en el cuerpo que afecta el sueño. La producción y liberación de melatonina en el cerebro se relaciona con la hora del día: aumenta cuando está oscuro y disminuye cuando hay luz.
Conforme aumenta la edad de las personas, los niveles de melatonina que el cuerpo produce de forma natural disminuyen. “Por eso a partir de los 55 años la toma de suplementos de melatonina ayuda a regular mejor el sistema circadiano y favorece el sueño, mejorando la sincronización de los ritmos y logrando un sueño más fisiológico” explica Odile Romero.
“Existe el debate entre los especialistas de si estos productos deberían en realidad tratarse como fármacos, ya que actúan sobre el sistema nervioso. Pero lo cierto es que es útil en determinados casos” explica Óscar Sans, quien añade que existen investigaciones para ver si algunos de estos productos basados en la melatonina o en el triptófano (un aminoácido que interviene en el estado de ánimo y los niveles de melatonina para que durmamos mejor) pueden mejorar en ciertas poblaciones. “Esta claro que en problemas como el jet lag o en los trastornos circadianos, la administración de melatonina es un remedio eficaz y que funciona. Tampoco hay evidencias muy rigurosas, pero hay más estudios que avalan su uso” puntualiza Alex Iranzo.
¿Suponen algún peligro estos productos?
Muchos de los pacientes que acuden a los expertos de las unidades de sueño lo hacen después de haber probado, sin suerte, la mayoría de estos productos sin prescripción médica. En algunos casos pueden funcionar en un primer momento, pero si existe un trastorno importante de fondo es muy normal que al cabo de un tiempo estos dejen de funcionar. “Se trata de mejorías momentáneas. La mayoría de las personas tienden a probar estos productos, pero no acaban de funcionar. Nosotros en nuestra unidad no somos partidarios de empezar con ellos y preferimos primero hacer una terapia cognitivo-conductual, ofreciendo una serie de consejos para que el paciente se sienta mejor” explica Óscar Sans.
“La mayoría de estos productos, con excepción de la melatonina, son de poca ayuda. Muchos pacientes los prueban a ver si pueden solventar su problema y solo si el problema persiste es que acuden a hablar con los expertos” añade Odile Romero.
En lo que coinciden los expertos es que en la actualidad todavía no se le da la importancia que realmente tiene a los trastornos del sueño. “Vemos que hay mucha concienciación sobre aspectos como la dieta o el ejercicio físico, pero la gente no es consciente de los problemas de salud que pueden suponer los trastornos del sueño y todavía no se consultan tan frecuentemente como debería hacerse” finaliza Óscar Sans.
Por Miguel Ramudo
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