Así como hay ciertas cosas que los adultos debemos hacer para cuidar nuestra salud, hay ciertas cosas que se deben que tener en cuenta y se deben hacer con los niños para evitar que tengan problemas médicos o emergencias. Como dice el refrán, es mejor prevenir que remediar.
A raíz de la pandemia del COVID-19, muchos padres no han llevado a sus hijos a sus revisiones rutinarias con el pediatra, y esto puede llevar a que no reciban los cuidados preventivos que los ayudan a mantenerse saludables.
Por ejemplo, muchos de los bebés y de los niños no han estado recibiendo las inmunizaciones que se conocen como rutinarias. Aunque las vacunas son rutinarias, las enfermedades que causan no lo son, y lo último que queremos es empezar a tener brotes de sarampión, de tosferina, de rubeola, de varicela (viruela loca), etc. Las vacunas son la mejor forma que tenemos de prevenir las infecciones. Además, recuerda que es posible que tu hijo esté por regresar a la escuela y, de ser así, va a requerir sus inmunizaciones. Entre más rápidamente se ponga al día, mejor. Y no te olvides que los adolescentes también necesitan algunas vacunas y que a partir de los 16 años pueden recibir una de las vacunas contra el COVID-19 y, a partir de los 18 años, cualquiera de las vacunas contra el COVID-19.
Si bien es cierto que los padres se preocupan cuando un niño se queja de cualquier cosa que pueda ser COVID-19, existen otras enfermedades. Si está pálido y parece estar más cansado de lo habitual, o si está orinando con mayor frecuencia o tiene dolor de estómago o de cabeza muy seguido, es importante que lo examine un pediatra.
También es importante que lo revise un médico si tienes dudas acerca de su desarrollo. Especialmente si no has tenido oportunidad de comparar su estatura con otros niños de su edad, o si te preocupa si está hablando de acuerdo con su edad, o si se acerca demasiado al televisor (¿podría no estar viendo bien?), etc.
Desde luego, si tiene alguna enfermedad crónica como la diabetes o el asma, necesita chequeos periódicos para asegurarse de que está controlado y que está tomando los medicamentos que necesita.
Estas son otras razones para consultar al pediatra o a un profesional en salud mental:
- Si piensas que tu hijo o hija está demasiado irritable y ansioso o quizá lo notas deprimido.
- Si notas que tiene dificultad para concentrarse.
- Si no tiene interés en los pasatiempos o las aficiones que antes tenía.
- Si tiene períodos prolongados de tristeza o de enojo.
- Si está durmiendo mucho más o mucho menos de lo normal.
- Si tiene cambios bruscos en su apetito (aumento o descenso).
- Si empieza a usar alcohol u otras sustancias.
- Si tiene cambios bruscos en su estado de ánimo.
- Si tiene comportamientos o pensamientos suicidas.
También debes considerar las visitas al dentista, especialmente si sospechas caries dentales.
Algunas de las consultas se podrían hacer electrónicamente por telemedicina. Otras requieren visitas en persona. Actualmente tanto las clínicas como las oficinas privadas y los hospitales se han organizado de forma que tanto los pacientes como la persona que los acompaña (en el caso de los menores), están protegidos contra el COVID-19. Habitualmente, sólo la persona que tiene cita y su acompañante pueden entrar a la sala de espera. Si hay otras personas, hay distanciamiento social, a todos les toman la temperatura antes de entrar, y todos tienen mascarilla (menos los niños de 2 años y menores).
Yo sé que todos los padres quieren lo mejor para su familia, especialmente cuando se trata de sus hijos y su salud. Si no tienes seguro de salud para tus hijos, podrías calificar para programas del gobierno como Medicaid o CHIP en los Estados Unidos, o podrías asistir a clínicas que proporcionan los servicios de acuerdo con la habilidad de pago o gratuitamente. Si vives fuera de los EE. UU. y no tienes cobertura de salud para tus hijos, visita la sección de recursos de VidaySalud.
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