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Se toman en lugar de agua y se consumen “por toneladas”, elegidas por su sabor y sin pensar en sus efectos. Pero por su alto contenido de azúcar y para evitar el daño que pueden hacerle a la salud, se han considerado opciones para regular su consumo, como las recientemente implementadas en la ciudad de Nueva York. Nuevas investigaciones suman evidencia que relacionan el alto consumo de las sodas y las bebidas azucaradas con la obesidad y el sobrepeso. Infórmate aquí para que puedas decidir mejor por ti mismo(a) con qué llenarás tu próximo vaso.

Razones para eliminar las sodas y bebidas azucaradas de la dieta no faltan. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a tomarlas como si fueran agua, que es muy difícil abandonarlas. Ya se han comenzado a dar los primeros pasos para regular su consumo. Por ejemplo, la decisión que tomaron las autoridades en la ciudad de Nueva York recientemente, según la cual se ha prohibido la venta de las sodas y las bebidas azucaradas en el tamaño grande. De ese modo, el gobierno local busca disminuir el consumo y reducir los efectos negativos de las sodas en la salud, aunque la regla no ha dejado de generar polémica entre quienes están a favor y los que reclaman su derecho a elegir libremente sobre qué y cuánto beben.

Sin entrar en el debate, esta iniciativa ayuda a pensar en la salud y el cuidado que cada quien tiene en su propio cuerpo. Así como fumar es dañino, hay una gran variedad de estudios que demuestran los problemas que pueden causar las bebidas azucaradas. Incluso, hace poco fueron publicadas nuevas investigaciones sobre este tema en el New England Journal of Medicine.

Una de ellas afirma que el consumo excesivo de las calorías vacías del azúcar que contienen las sodas no sólo puede provocar obesidad sino también reforzar su predisposición genética. La obesidad se refiere al índice de masa corporal o IMC, que expresa la relación entre peso y estatura de la persona, de 30 o más.

Para llegar a esos resultados, unos investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Los Estados Unidos, analizaron los datos de 6,934 mujeres que participaron en el Estudio de Salud de Enfermeras, 4,423 hombres del Estudio de Seguimiento de Profesionales de Salud y 21,740 mujeres del Estudio de Salud del Genoma de la Mujer. En el análisis consideraron si los participantes tenían variaciones genéticas en 32 lugares del ADN relacionados con una mayor predisposición genética a la obesidad.

En base a esa información, los investigadores dividieron a los participantes en cuatro grupos según la cantidad de bebidas azucaradas que consumían (menos de una bebida por mes, entre 1 y 4 bebidas por mes, entre 2 y 6 a la semana y una o más al día) y calcularon una puntuación de predisposición genética. ¿Resultado?: los efectos genéticos sobre el IMC y el riesgo de obesidad entre los que bebían una o más bebidas azucaradas al día fueron aproximadamente dos veces mayores que los de aquellos que consumían menos de una bebida al mes.

De manera similar, otras dos investigaciones que fueron publicadas en ese mismo medio han demostrado que darles a los niños y a los adolescentes bebidas sin calorías, como agua o sodas con edulcorantes, de bajo contenido calórico, les ayudó a perder peso.

Una de ellas fue desarrollada por un grupo de investigadores de la Universidad VU de Ámsterdam, en Holanda, que consideró los datos de 641 niños de entre 5 y 12 años con un peso normal. La mitad de ellos bebió diariamente un cuarto de litro (1 taza) de bebidas de frutas azucaradas y la otra mitad tomó la misma cantidad de esa bebida, pero endulzada con edulcorantes durante 18 meses. Después de ese tiempo, los niños que habían tomado las bebidas de bajas calorías aumentaron un promedio de 6.39 kilogramos, mientras que el grupo que tomó bebidas azucaradas aumentó 7.36 kilogramos en promedio.

Paralelamente, unos científicos del Children’s Hospital de Boston, en Estados Unidos, evaluaron a 224 adolescentes obesos o que tenían un peso excesivo, a quienes los investigadores les enviaron regularmente a su domicilio botellas de agua o de sodas light (con menos calorías que las regulares) y los alentaron a consumirlas durante un año. Al final de ese periodo, los científicos notaron que esos adolescentes no habían aumentado más que 1.5 kilogramos, comparado con los 3.4 kilogramos que aumentaron los participantes del grupo testigo o de control, que no tuvieron limitaciones en su consumo.

La obesidad y las enfermedades que se asocian a esta condición son un problema y una preocupación de salud pública a nivel mundial. Y a pesar de que han aumentado las recomendaciones para tener estilos de vida más saludables que incluyan una alimentación sana y balanceada y una rutina de ejercicios, el desafío continua ya que es muy difícil lograr cambios en los hábitos que perduren, pero cada uno debe tomar las riendas en el asunto y ser responsable de su cuerpo.

Aunque difícil, no es imposible. No esperes más evidencias (ni regulaciones) para mejorar tu calidad de vida. Si eres de los que no puede beber otra cosa más que sodas, simplemente trata de disminuir la cantidad que consumes de a poco. Con el tiempo, irás acostumbrado a tu paladar a nuevos sabores y posiblemente también notarás que tienes algunos Kilos de menos. ¡Anímate, tu salud lo vale!

Imágen © iStockphoto.com / Crisma

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