Un evento adverso de una medicina (EAM) es cuando una medicina causa un daño. Y de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), los adultos de 65 años y mayores visitan las salas de emergencia casi 450.000 veces cada año, casi el doble que las personas jóvenes, por un EAM. Y tienen una probabilidad siete veces mayor de ser hospitalizados después de una visita de emergencia. Frecuentemente esto se puede prevenir.
Si bien es cierto que gracias a las medicinas se salva y/o se prolonga la vida de muchas personas, cuando no se toman como se debe, puede haber eventos adversos. Esto es especialmente cierto después de los 50 años, en que el cuerpo empieza a reaccionar de una manera diferente.
A medida que envejecemos, la proporción de músculo y agua en el cuerpo disminuye y la proporción de grasa generalmente aumenta. Desde luego, esto es mucho menor en las personas que hacen ejercicio regularmente. La cantidad de grasa en el cuerpo puede afectar el tiempo que un medicamento que es soluble en grasa se mantiene en el cuerpo (y, por lo tanto, la cantidad de esa medicina que se absorbe). Por otro lado, como se tiene menos agua, los medicamentos solubles en agua se concentran más.
Otro factor es que, con la edad, el funcionamiento del riñón y del hígado tienden a disminuir. Dependiendo de cómo se metabolice y/o se elimine la medicina del cuerpo, el efecto puede ser mayor si la eficiencia para su metabolismo y/o eliminación se reduce.
Finalmente, después de los 50, muchas personas toman varias medicinas y/o suplementos (incluso no recetados) y esto puede causar interacciones entre ellos.
Entonces, ¿qué puedes hacer para reducir tu riesgo de tener eventos adversos? Aquí tienes diez consejos:
- Mantén una lista de tus medicinas, suplementos, hierbas y vitaminas (todo lo que tomas).
- Lleva tu lista con tu doctor y pregunta si tienes cualquier duda.
- Sigue las instrucciones. Tómalas sólo como te lo indica tu médico. Entiende para qué es, cuánto tienes que tomar (la dosis), la mejor hora para tomarla, si debes tomarla con o sin comida y cómo debes almacenarla.
- Notifícale a tu médico si desarrollas efectos secundarios.
- Evita tomar medicinas en la oscuridad. Si usas lentes para leer, póntelos para asegurarte que tienes el envase correcto.
- No suspendas una medicina recetada cuando te sientes mejor si el médico no te lo ha autorizado y no le has preguntado.
- Algunas medicinas son para tratar un síntoma que se supone debe parar (como el dolor, en algunos casos). Si persiste, notifícale a tu médico.
- Si tomas medicamentos que requieren exámenes de sangre periódicos, como la warfarina (que diluye la sangre), o la fenitoína (para prevenir convulsiones), no dejes de hacerlo.
- Algunas medicinas pueden causar somnolencia y aumentan tu riesgo de una caída accidental. Pregúntale a tu médico si hay alguna alternativa y, si no la hay, ten precaución. Y desde luego, no manejes.
- No consumas bebidas alcohólicas mientras tomas medicinas, a menos que lo apruebe tu médico. De las 100 medicinas recetadas con mayor frecuencia, más de la mitad contienen al menos una sustancia que no reacciona bien con el alcohol.
Siguiendo estas recomendaciones podrás obtener los beneficios que te pueden brindar las medicinas, minimizando los riesgos. En mi próxima columna discutiré lo que debes saber acerca de partir o triturar las pastillas.
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