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La Organización Mundial de la Salud ha lanzado una señal de alerta acerca de la gran cantidad de personas que se enferman por comer alimentos crudos que contienen parásitos escondidos. En particular, especifican que hay más de 56 millones de personas afectadas en el mundo, que se infestan con una o varias trematodiasis (unos parásitos) de transmisión alimenticia.

Sobre gustos no hay nada escrito. A muchas personas les agrada y en diferentes culturas es habitual comer pescados y mariscos crudos. Sin embargo, no por sabroso significa que está en buen estado. A veces, los alimentos crudos pueden contener microorganismos capaces de provocarles enfermedades a las personas.

Lo mismo ocurre con las frutas y las verduras crudas o mal cocidas. No hay duda de que son deliciosas, sin embargo, es importante lavarlas bien antes de comerlas y tener ciertos cuidados con cualquier alimento que quieras comer sin cocción, para evitar la transmisión de enfermedades.

Por ejemplo, la denominada trematodiasis es una infección causada por los gusanos trematodos (también conocidos como «duelas»), que los seres humanos adquieren por el consumo de peces, crustáceos o verduras crudos o poco cocidos que contienen las larvas diminutas de esos parásitos.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud ha alertado que, en el mundo, se registran más de 56 millones de personas que padecen una o varias trematodiasis de transmisión alimentaria. Por eso los especialistas acentúan la importancia de manipular bien los alimentos al conservarlos y cocinarlos.

Las especies de trematodiasis que con mayor frecuencia afectan a los seres humanos son las llamadas Clonorchis, Opisthorchis, Fasciola y Paragonimus, que causan distintos síntomas, afectan diferentes partes del cuerpo y, en los casos más graves, hasta pueden provocar la muerte. De hecho, en el 2005 se registraron 7,000 fallecimientos por este tipo de parásitos.

Los gusanos adultos de los tipos Clonorchiasis y Opisthorchiasis se alojan en los conductos biliares finos del hígado (por los cuales la bilis entra y sale del hígado). Esto provoca inflamación y fibrosis de los tejidos vecinos, que con el tiempo puede transformarse en un cáncer de las vías biliares, que conectan al hígado y a la vesícula con el intestino delgado.

Los gusanos adultos de la Fascioliasis, en cambio, eligen para instalarse los conductos biliares de mayor calibre y la vesícula biliar. Allí causan inflamación, fibrosis, obstrucción, dolor o cólicos e ictericia (que hace que la piel y las partes blancas de los ojos se pongan amarillas). También pueden provocar fibrosis en el hígado y anemia.

Por último, los gusanos de la Paragonimiasis se ubican en el tejido de los pulmones, donde ocasionan síntomas que pueden confundirse con los de la tuberculosis: tos crónica que produce esputo sanguinolento (flema con sangre), dolor en el tórax (el pecho), disnea o falta de aire y fiebre. Además, estos gusanos pueden migrar (irse) a otros órganos, como el cerebro. Si se alojan allí la enfermedad se vuelve muy grave.

Lo importante, es que tú puedes hacer mucho para evitar el contagio de enfermedades transmitidas por los alimentos, y cuidar tu salud y la de tu familia. Y lo mejor de todo es que no es tan complicado lograrlo:

1. Mantén limpia la comida, el lugar y el modo en que la conservas, donde la preparas y donde la consumirás.

2. Separa los alimentos crudos de los cocinados.

3. Cocina los alimentos totalmente.

4. Mantén los alimentos a temperaturas seguras.

5. Usa agua y materias primas seguras.

El evitar la contaminación no es tan complicado,  pero es una tarea diaria y constante.  Para ganarle la guerra a los parásitos y a las larvas, debes mantener una buena higiene y tener ciertos cuidados al manipular la comida. ¡No permitas que los microorganismos invadan tu salud ni la de tu familia!

Imagen © iStockphoto.com / Ildiko Papp

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