Un niño sano juega, corre, salta, practica un deporte… Esas actividades tan necesarias para su crecimiento y desarrollo implican la posibilidad de un accidente, golpe o caída que tengan como consecuencia una lesión en la boca, un diente astillado, o que se desprenda totalmente. Si algo así le sucediera a tu hijo, ¿sabrías qué hacer? Para que salgas de dudas, la Asociación Americana de Odontología Pediátrica te ofrece una guía práctica que incluye los pasos y medidas que debes tomar.
Una caída de la bicicleta, un traspié con un objeto en la boca, un golpe inesperado, un choque durante un partido de baloncesto o de fútbol, un puñetazo en una pelea y ¡paff! … se parte un diente. No queremos que eso les pase a nuestros hijos, pero lo cierto es que nadie está exento de sufrir un accidente. De hecho, alrededor del 50 por ciento de los niños sufren algún tipo de lesión en la boca o la dentadura durante la infancia. La buena noticia es que muchas de estas lesiones pueden prevenirse y en la mayoría de los casos no representan un peligro serio para la salud. Pero como la rotura o la pérdida de un diente puede afectar la apariencia y la autoestima del niño – además de su salud oral general-, es importante que los padres y todas las personas a su cuidado, estén informados de los pasos que deben tomar en caso de que suceda un accidente.
Los pasos son los siguientes:
Si un diente de leche (o primario) se cae:
- Más que buscar el diente, debes concentrar tu atención en calmar y consolar al niño que con seguridad estará asustado y adolorido.
- Enjuaga la boca con agua y aplica compresas frías o una bolsa de hielo para reducir la inflamación.
- Aunque encuentres el diente, no debes insertarlo de nuevo en la encía para evitar dañar el diente permanente que saldrá posteriormente en su momento.
- Llama al odontólogo pediátrico de inmediato. Él o ella te dará instrucciones precisas para reducir a un mínimo el malestar de tu hijo y prevenir una infección en el futuro.
Si el diente solamente se afloja puede dejarse en su lugar, a no ser que interfiera con la mordida. En muchos casos, un diente ligeramente flojo sana solo sin necesidad de tratamiento. Pero si está muy suelto, el especialista podría recomendar sacarlo para que el niño pueda masticar correctamente y evitar que se atragante con él si se desprende totalmente.
Si un diente permanente se cae:
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- La caída de un diente permanente se trata de una emergencia médica que requiere tratamiento inmediato. Trata de encontrar el diente. Cuando lo encuentres, manipula el diente solamente por el área de la corona (no de la raíz). Enjuágalo delicadamente en agua fría, pero no uses ni jabón ni ningún otro líquido para limpiarlo. No lo frotes tampoco.
- Inserta delicadamente el diente en su cavidad en la encía lo antes posible y haz que el niño lo mantenga en posición mordiendo una gasa o un paño limpio.
- Lo ideal es poder hacer esto entre los 15 y los 60 minutos a partir de la caída del diente. Los dientes que pueden reinsertarse a los 5 minutos por lo general logran salvarse, comparado con solo unos cuántos que se guardan en seco y se reimplantan después de una hora. Por ese motivo, lo ideal es actuar sin demora.
- Si no puedes reinsertar el diente en su cavidad, coloca el diente en un recipiente limpio y cúbrelo con leche fría. Si no tienes leche, cúbrelo con la saliva del niño, pero no uses ni agua ni solución salina, ya que esto reduce las probabilidades de que el diente reinsertado sane adecuadamente.
- Lleva al niño y su diente al consultorio del odontólogo pediátrico de inmediato o ve a un centro de emergencias para salvar la pieza. Mientras más tiempo pase, se reducen las probabilidades de lograrlo con éxito.
Si el diente permanente solamente se afloja, debes visitar al odontólogo lo antes posible para recibir tratamiento. En la mayoría de los casos, el diente se puede reajustar en su sitio y monitorearse durante un tiempo. Es posible, que haya que dar algunos puntos bajo anestesia o introducir soportes para mantener el diente en posición. El profesional más indicado para evaluar y tratar a tu hijo es un odontólogo pediátrico con experiencia en lesiones de este tipo para que las probabilidades de salvar el diente permanente sean óptimas.
Si el diente se astilla o se parte:
- Enjuaga la boca con agua y aplica compresas frías para reducir la inflamación.
- Llama al dentista pediátrico tan pronto puedas para que te indique los pasos a seguir para evitar infecciones y tratar al diente de la manera más efectiva.
- Si el diente es de leche o primario, el dentista necesita evaluar si los nervios o vasos sanguíneos del diente están dañados. El tratamiento puede incluir emparejar los bordes del diente roto y repararlo con una resina del mismo color de la pieza. Quizá el especialista recomiende sacarlo si el diente está muy dañado.
- Si se trata de un diente permanente, es muy importante acudir al dentista sin perder tiempo, idealmente no más de dos días después de la lesión. Si el diente ha quedado muy sensible al frío o el calor, hay que tratarlo urgentemente. Si aparece el fragmento del diente, guárdalo en agua del grifo y llévalo a la consulta ya que muchas veces puede reimplantarse. Pero si el fragmento se ha perdido, el diente se puede reparar con resina del mismo color que la pieza.
Recuerda que en caso de una emergencia lo principal es mantener la calma para poder brindarle apoyo a tu hijo, llamar cuanto antes al especialista y tomar los pasos mencionados previamente. No pierdas tiempo y, dependiendo de la severidad del caso: llama al médico, al dentista o al servicio de emergencia si el niño experimenta lo siguiente después de una caída o accidente:
- Si tiene dificultad para tragar o respirar.
- Si siente dolor en la mandíbula al abrir o cerrar la boca
- Si el sangrado continúa después de aplicar presión por más de 10 minutos
- Si tiene dolor, sensibilidad al calor o al frío en un diente
- Si hay un objeto insertado en el paladar, las mejillas, la lengua o la garganta (no trates de sacarlo, deja que lo haga un profesional de la salud o el personal de emergencia)
- Si tiene una herida grande dentro de la boca o en el rostro
- Si se siente débil, entumecido, tiene visión borrosa o se le dificulta el habla
- Si su temperatura es superior a los 100.4º F (38º C) u tiene cualquier otra señal de infección como enrojecimiento, pus o aumento del dolor después de sufrir una lesión en la boca o en un diente
Un padre precavido vale por dos, así que lo fundamental es tratar de evitar que se produzcan estas situaciones. Para procurar prevenir un accidente:
- Advierte al niño que no debe correr con objetos en la boca
- Trata que un adulto supervise los juegos para anticipar situaciones que representen un peligro. Aunque no siempre puede evitarse un accidente o caída, sí podrá intervenir en caso de una pelea
- Si el niño participa en un deporte, especialmente si es un deporte de contacto (como el fútbol), asegúrate de que usa un protector bucal. Los preformados pueden obtenerse en las tiendas de artículos deportivos. Los personalizados, que se ajustan a la dentadura del niño, se pueden hacer durante la consulta del dentista.
La Academia Americana de Odontología Pediátrica ha preparado una guía práctica que resume toda esta información y está disponible aquí. Imprime la página, complétala con los datos del odontólogo pediatra de tu hijo (agrega también ese número a la lista de contactos de tu celular) y mantenla en un lugar accesible.
La salud de los dientes es fundamental para la salud general de tu hijo y para su apariencia. Toma todas las precauciones que puedas para evitar una lesión, haz que el niño visite a un odontólogo pediátrico con regularidad, y llámalo de inmediato si sucede una emergencia. Recuerda que actuar a tiempo y sin vacilar es vital para salvar un diente suelto, astillado, que se cayó, para prevenir infecciones y para reducir el tiempo del tratamiento y/o para que el tratamiento tenga mayor posibilidades de se ser exitoso. Y, en algunas emergencias, podría inclusive salvar la vida del pequeño.
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