El accidente cerebrovascular es la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en el mundo
El accidente cerebrovascular o ACV es también conocido como derrame cerebral, apoplejía, stroke y también conocido como accidente vascular, ataque cerebrovascular o ataque cerebral. En Vida y Salud te recordamos cuáles son los síntomas y los factores de riesgo de esta peligrosa condición, para que aprendas a reconocerla y puedas evitarla, y también para que puedas actuar rápidamente ante una emergencia.
Lo llames como lo llames, esta situación es siempre una emergencia y constituye la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en el mundo. Según la Asociación Americana de Médicos de Emergencia, las apoplejías son la cuarta causa de muerte entre los hispanos en EEUU: son responsables de una de cada cuatro muertes entre los hombres hispanos y una de cada tres muertes entre las mujeres hispanas.
Un accidente cerebrovascular se produce cuando, por alguna razón, se detiene o interrumpe el flujo de la sangre (y el oxígeno) que va al cerebro. Esta es una situación de emergencia en la que cada minuto cuenta, ya que si el oxígeno no llega hasta el cerebro, sus células se mueren causando un daño permanente, ¡y pueden destruirse hasta 1.9 millones de células por minuto!
Existen dos tipos de accidentes cerebrales vasculares (ACV). El más común es el llamado ataque cerebral isquémico o trombótico, causado por un coágulo (trombo) que bloquea a un vaso sanguíneo en el cerebro. El otro es llamado ataque cerebral hemorrágico y se produce por la ruptura de un vaso sanguíneo que sangra dentro del cerebro. Por otro lado, los “mini-derrames cerebrales” o ataques isquémicos transitorios, ocurren cuando la circulación de la sangre al cerebro se interrumpe brevemente. En todos los casos se trata de una emergencia, incluso si los síntomas desaparecen.
Esto puede ocurrirles tanto a los hombres como a las mujeres, y si bien no es posible predecir si sucederá o no un episodio de este tipo, ni cuándo ocurrirá, sí se conocen algunos factores de riesgo que aumentan las probabilidades y te ponen en peligro. Toma nota para poder controlarlos o evitarlos cuando te sea posible:
- Presión alta. Es el factor de riesgo principal que causa estos episodios. Para evitarla, controla el consumo de sal o sodio. Si ya la tienes, el médico posiblemente te indique que también tomes alguna medicina.
- Fibrilación auricular. Una condición que afecta al corazón y que se caracteriza por latidos rápidos e irregulares. Aunque no causa ataques cardíacos, sí puede provocar otras complicaciones, como la formación de coágulos y por eso requiere tratamiento médico.
- Diabetes. Una condición de salud que se pueden prevenir o controlar perdiendo peso si se está en sobrepeso, aumentando la cantidad de fibra y de granos integrales en la dieta y aumentando la actividad física.
- Colesterol alto. Otra condición que puedes controlar mejorando tu alimentación (incluyendo avena, pescados grasos, nueces de árbol, aceite de oliva, por ejemplo); perdiendo peso si esteas en sobrepeso y haciendo ejercicio regularmente.
- Antecedentes familiares de la enfermedad y aumento de la edad (especialmente después de los 55 años). Dos factores que no puedes evitar pero sí contrarrestar o hacerles frente, llevando un estilo de vida saludable.
Asimismo, la obesidad, el alcoholismo y el consumo de tabaco o drogas ilegales también incrementan las posibilidades de sufrir un accidente cerebro vascular (ACV). Habla con tu médico sobre tus factores de riesgo en particular y cómo puedes mantenerlos bajo control.
Y no dejes de repasar cuáles son los principales síntomas del accidente cerebro vascular (ACV), para poder actuar con efectividad ante esta emergencia y pedir ayuda de inmediato.
Ten en cuenta que, en general, estas señales se dan de manera repentina, de un momento a otro y sin motivo aparente:
- Adormecimiento o debilidad en un lado de la cara.
- Adormecimiento o debilidad en un brazo o una pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Confusión y dificultad para hablar o entender.
- Dificultad para ver con uno o ambos ojos.
- Dificultad para caminar, mareo o pérdida de equilibrio o de la coordinación.
- Dolor de cabeza severo y repentino sin causa conocida
Además de estos síntomas, que pueden producirse en las personas de ambos sexos, las mujeres pueden tener otras señales de apoplejía, que también se producen de manera repentina:
- Dolor en la cara o en las extremidades.
- Náuseas.
- Debilidad general.
- Dolor de pecho.
- Falta de aire o dificultad para respirar.
- Palpitaciones.
En caso de que tú o alguien que conozcas tengan estos síntomas, puedes practicar la denominada prueba H-B-C-H que propone la Organización Nacional de la Apoplejía (National Stroke Association), que consiste en:
- Habla: Pídele que repita una oración sencilla.
- Brazos: Pídele que levante ambos brazos.
- Cara: Pídele que sonría.
- ¡Hora de actuar! Si la persona no es capaz de hablar, se le cae un brazo o un lado de la cara al intentar sonreír, necesita recibir atención médica de inmediato. Cuanto antes, más posibilidades tendrá de recuperarse.
Es importante que tengas presente estos datos en caso de que convivas con personas con factores de riesgo o los tengas tú misma(o). Recuerda que un ACV es SIEMPRE una emergencia. Llama inmediatamente al 911 en EEUU o al número de emergencias de tu localidad para transportar al paciente a la sala de emergencias. ¡Si actúas a tiempo, puedes salvarle la vida!
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