Cuando el ejercicio es obligado puede generar más estrés
Muchas personas sienten que el ejercicio regular les permite controlar el estrés y la ansiedad. Otras por el contrario, se estresan de sólo pensar que deben hacer ejercicio. Un estudio parece sustentar esta segunda opción que si no te gusta no contribuye a un mejor estado de ánimo. Y tú, ¿de qué lado estás?
Verónica comenzó a correr por las mañanas por insistencia del novio con el que salía, que la sacaba de la cama tempranísimo para que hiciera ejercicio. Al principio lo hacía por puro amor, pero luego se convirtió en una actividad casi tan importante para ella como el desayuno. Hace tiempo que ya no sale con ese chico, pero desde entonces sigue corriendo, pues siente que si no lo hace se deprime y le faltan energías para enfrentar el día.
Y de hecho, en una de sus rondas por el parque conoció a Simón, que ha empezado a correr por sugerencia de su médico, pero él no logra conectarse con el ejercicio. Ya ha probado de todo y no hay caso. Incluso, ha escuchado que una rutina de actividad física no sólo es buena para la salud sino también para mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, a él, pensar en que tiene que hacer ejercicio lo pone de muy mal humor.
¿A ti te pasa lo mismo que a Simón? En verdad, son muchas las personas que experimentan esta sensación y no logran mantener una rutina de ejercicio, a pesar de que hay mil maneras de buscar estímulos y encontrar la actividad ideal para cada uno.
Es cierto que el ejercicio tiene innumerables beneficios para la salud, en especial frente a la vida sedentaria que predomina en las ciudades actuales: ayuda a mantener al corazón sano, a los huesos y músculos fuertes y hasta al cerebro, mejorando la memoria. También hay varios estudios que sugieren que el ejercicio puede ayudar a disminuir el estrés y la ansiedad, así como a mantener el buen humor.
De algún modo, esto es lo que ha experimentado Verónica. Sin embargo, Simón no lo ha notado. Como él, hay muchos otros hombres y mujeres que realmente sufren por tener la obligación o la presión de practicar alguna actividad física. En esos casos, ¿es igualmente benéfico el ejercicio?
Un grupo de investigadores del Centro para las Neurociencias de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, se ha dedicado a buscar una respuesta a esta interrogante y, aunque lo han hecho analizando la reacción en animales, los resultados sugieren que cuando el ejercicio es obligado genera más estrés.
Para llegar a este hallazgo, que ha sido publicado en el medio especializado The European Journal of Neuroscience, los científicos reunieron a un grupo de ratas adultas, de un tipo que disfruta al correr, y a algunas les dieron acceso libre a ruedas para correr y las dejaron ejercitar cuando ellas quisieran y por el tiempo que quisieran.
Luego hicieron un seguimiento sobre qué tipo de patrón y en qué cantidad corrían los animales y encontraron que las ratas tendían a dar saltos frenéticos por períodos cortos de tiempo, luego disminuían la velocidad y entonces se apuraban nuevamente (como las personas que mezclan caminatas con trotes).
Una vez que determinaron cómo corren estos animales de manera espontánea, los investigadores pusieron a otras ratas dentro de ruedas mecánicas controladas y las forzaron a correr siguiendo el patrón y la cantidad de ejercicio que había seguido el otro grupo de manera espontánea.
Mientras tanto, un tercer grupo de ratas corrieron sobre pequeñas ruedas mecanizadas de manera ininterrumpida, sin poder parar o retomar de manera voluntaria, y un cuarto grupo – por el contrario – permaneció sedentario.
Luego de seis meses, los animales fueron expuestos a experiencias que se sabe les causan estrés, como limitarles el acceso a los alimentos, y luego los ubicaron en una gran jaula con un laberinto, para determinar el nivel de ansiedad de las ratas. Si se quedaban quietas, como congeladas, o se ocultaban en esquinas oscuras y no exploraban, se las consideraba muy ansiosas y perturbadas.
El resultado fue que tanto las ratas que corrían en las ruedas controladas como las sedentarias estaban extremadamente ansiosas.
Si bien las personas son diferentes a los animales, este estudio sugiere que hacer ejercicios bajo presión y con desgano, e incluso sin disfrutarlo, no puede eliminar estrés ni ayudar a mejorar el estado de ánimo.
Así es que para obtener los beneficios de una actividad física regular, olvídate del ejercicio convencional y piensa en alguna actividad que ponga a tu cuerpo en movimiento (caminatas, nadar en la alberca o piscina, montar bicicleta) y que te resulte divertido. Como en otros ámbitos de la vida, lo importante es disfrutar lo que haces.
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