La mayoría de nosotros crecimos escuchando el consejo de las madres y las abuelitas de tomar mucha leche para mantenernos fuertes y saludables. Vivir para ver: un estudio reciente ha bajado la leche del pedestal. Resulta que beber demasiada podría ser perjudicial para nuestra salud.
A Margarita la criaron a base de leche, cuanta más bebiera mejor. Y ella siguió la tradición con sus hijos. Si no se comían toda la comida que les servía, se sentía tranquila si al menos habían bebido un vaso de leche. Para Margarita y muchas otras mamás, la leche es el alimento perfecto que se puede tomar sin restricciones a no ser que lo indique un doctor, o la persona sea intolerante a la lactosa.
Las investigaciones realizadas hasta la fecha mostraban que el calcio en la leche ayudaba a fortalecer los huesos y prevenía la osteoporosis y otros problemas. En base a eso, los expertos en salud de los Estados Unidos recomiendan tradicionalmente beber cierta cantidad de leche para una dieta saludable. Aquí te recuerdo las cantidades diarias del grupo de los productos lácteos indicadas por el USDA (el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) para las personas de acuerdo a su edad:
Niños:
- De 2-3 años: 2 tazas
- De 4 a 8 años: 2 ½ tazas
Pre-adolescentes y adolescentes:
- De 9-13 años: 3 tazas
- De 14 a 18 años: 3 tazas
Hombres y mujeres:
- De 19 años en adelante: 3 tazas
Sin embargo, un estudio reciente publicado en la edición en línea del medio profesional británico BMJ, pone en duda que la leche sea tan beneficiosa. Según la investigación, realizada en Suecia, beber grandes cantidades de leche no protege ni a los hombres ni a las mujeres de las fracturas de los huesos como se creía. Y hay más: el exceso de leche en este estudio se asoció con un aumento en el riesgo de cáncer y de enfermedades cardiovasculares.
En el estudio participaron más de 61,000 mujeres y 45,000 hombres, mayores de 39 años, quienes anteriormente habían contestado cuestionarios de otras investigaciones (las mujeres al final de la década de los 80 y los hombres en 1997). El doctor Karl Michaelson, profesor de Uppsala University en Suecia y autor principal del estudio, señala que los hallazgos obtenidos resultaron lo bastante convincentes como para que él redujera su propio consumo de leche.
Los investigadores hallaron que una gran cantidad de leche en la dieta diaria (3 vasos o más en los adultos) parecía estar asociada a un aumento en el riesgo de muerte en los hombres y en las mujeres durante el tiempo que duró el estudio. Además, tres vasos de leche o más al día parecían aumentar la propensión de las mujeres de sufrir fracturas comparado con las que bebían poca leche. La fractura de cualquier hueso aumentó en ellas en un 16%, y en particular la fractura de la cadera en un 60%.
Además, las mujeres que bebían tres vasos de leche o más al día tenían casi el doble de probabilidades de sufrir de enfermedades cardiovasculares y de muerte, y un aumentó en el riesgo de contraer cáncer del 44%, en comparación con las que bebían menos de un vaso de leche al día. En cuanto a los hombres, su riesgo general de muerte si bebían más de tres vasos de leche al día aumentaba alrededor del 10%.
Por otra parte, beber una gran cantidad de leche, ni protegía a los hombres de la fractura de huesos, ni aumentaba su riesgo.
Sin embargo, otros expertos, no están de acuerdo con estas conclusiones. En una entrevista realizada por HealthDay, la doctora Mary Schooling, profesora del City University of New York School of Public Health, y autora de un editorial que acompañaba el estudio, comentó que los hallazgos sugieren una asociación entre la leche y los problemas de salud, pero no un vínculo directo. Y las personas no deben cambiar su dieta basándose solamente en este estudio.
De acuerdo a ella, no se pueden sacar conclusiones definitivas. Hace falta un estudio acerca de las personas que genéticamente puedan digerir la leche con facilidad y las personas que no puedan digerirla, y comparar los resultados entre ambos grupos.
Los mismos investigadores admiten que los resultados del estudio deben tomarse con cautela.
Según Michaelsson y sus colegas, el aumento en el riesgo de muerte observado podría explicarse por los altos niveles de azúcar que contiene la leche, específicamente la lactosa y la galactosa, que se asocian con el envejecimiento de los tejidos y con los procesos de inflamación. En contraste, un consumo elevado de productos lácteos fermentados, que tienen un contenido de lactosa bajo (como el queso y el yogur), se asocian más bien con tasas reducidas de fracturas y muerte, especialmente en las mujeres.
En otra entrevista de HealthDay en relación al tema, Isabel Maples, una dietista y vocera del Academy of Nutrition and Dietetics, dice que cerca del 55% de los estadounidenses mayores sufren de osteoporosis o tienen un riesgo elevado de padecerla, y no hay razón para cambiar las guías de alimentación incluidas en la U.S. Dietary Guidelines. Estas consisten en tres porciones de productos lácteos al día, no sólo para la salud ósea (de los huesos), sino también para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, de diabetes tipo 2 y de hipertensión. Estas guías, según Maples, no siguen una moda o tendencia, sino que están basadas en evidencias científicas.
En resumen, ¿debes suprimir o disminuir la cantidad de leche en tu dieta diaria? Eso depende de tu condición particular. Si tienes dudas acerca de los efectos de la leche, o si notas que no te cae bien, tal vez puedas limitarte a un máximo de dos vasos diarios y suplementarla con productos lácteos fermentados, como el yogur, o con otros alimentos, para completar tu dosis diaria de calcio (haz clic aquí para descubrir otras alimentos ricos en calcio). En todo caso, no hagas cambios radicales en tu dieta sin preguntarle a tu médico. Él o ella te pueden ayudar a decidir lo más conveniente para tu salud y la de tu familia.
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