- La positividad tóxica es un concepto que últimamente se ha utilizado para definir a esa presión para mantener constantemente una fachada, o hacer creer a los demás que todo está bien, cuando realmente eso significa reprimir las emociones reales; algo que puede suceder mucho en el día de acción de gracias o Thanksgiving.
- La presión por siempre parecer que estamos bien, llamado positividad tóxica, se ha visto aumentado por la imagen idealizada que las redes sociales y la televisión nos muestra de cómo deben ser nuestras vidas o el día de acción de gracias. Esto puede generar un dilema en el que nos comparamos y pensamos en la necesidad de mostrarnos bien.
- La positividad tóxica, tener una fachada de que todo siempre está bien, puede hacernos sentir solos y tristes en una festividad como Thanksgiving. Por eso es necesario buscar estrategias familiares para apoyar y generar conversaciones auténticas que nos permitan a todos como seres queridos vernos como personas vulnerables y que disfrutamos en familia de aquello que nos hace humanos.
En el día de acción de gracias o Thanksgiving paramos nuestra ajetreada agenda para pasar un enriquecedor día con toda nuestra familia. Ese momento está cargado de gratitud y aprecio no solo hacia nuestra familia, también hacía nuestro viaje personal y lo que hemos podido obtener en la vida. Ahora, en general, también tendemos a vernos muy positivos y ocultar las partes difíciles de nuestra vida; detrás de las risas y el rico festín puede que se oculte una falsa positividad, que para muchos se considere que nos intoxica.
¿Positividad y toxicidad?
Las redes sociales, la televisión nos hacen sentir que nunca podemos estar tristes o que debemos aparentar que todo está bien. Eso nos presiona a buscar contantemente una positividad que nos engaña a nosotros, a los demás y puede que por dentro nos haga sentir que debemos ocultar lo que nos sucede. A eso se le ha definido como positividad tóxica.
Susan Cain, autora del libro “Agridulce, la fuerza de la melancolía en un mundo que rehúye de la tristeza” señalaba que nuestra cultura actual nos presiona a que bajo ningún aspecto debemos decir la verdad de los altos y bajos que significa estar vivo; el mensaje es que eso, para la cultura, haría sentir a los demás que eres un fracaso o que simplemente te juzgarán.
El dilema en el día de acción de gracias
Definitivamente tener una visión positiva de la vida es vital y beneficioso para poder navegar las dificultades de la vida, especialmente si se trabaja en la familia nuclear, pero esta se transforma en tóxica cuando la utilizamos para ocultar emociones y sentimientos genuinos.
Entonces claro, en el día de acción de gracias, donde el énfasis está puesto en la gratitud y el estar todos juntos, es posible que se sienta una presión por aplicar esta positividad tóxica. Lo cual se puede acrecentar si estamos rodeados de personas que nos quieren mucho y desean lo mejor para nuestras vidas, lo que nos fuerza, en algunas personas, a crear una fachada de celebración que imposibilite mostrar los problemas que tenemos y que los demás tampoco se den cuenta.
Esto puede tener muchos efectos en nuestra salud mental:
- Reprimir emociones negativas, especialmente frente a ciertas personas importantes en nuestra vida, podemos sentir ansiedad, estrés y sensación de desolación.
- La inhabilidad, especialmente si esta positividad tóxica es normalizada, de expresar las emociones reales puede aumentar nuestros problemas de salud mental o crear un ambiente de inseguridad.
Aprovechar el tiempo para conversaciones auténticas
La idea no es ser lúgubre o no sentir el calor de la festividad, al contrario. Para el psicólogo experto en terapia del comportamiento cognitivo, Dr. Graham Reynolds, de la Asociación Americana de Ansiedad y Depresión, la clave está en “hacer espacio para pensamientos, sentimientos que pueden ser poco placenteros en las conversaciones; dejar que el otro pueda contar las cosas no para sentirse mejor, sino para sentirse escuchado y entendido. Si le dices a otro, deberías, o debes hacer tal, entonces estás forzando a que el otro mienta en sus sentimientos”.
La idea en el día de acción de gracia sería permitir que los demás nos cuenten lo que realmente les suceden:
- Dejar de adherirnos a una narrativa que sea estrictamente positiva, permitir que exista el dialogo.
- Partir contando tus desaciertos en el año, con lo que estás batallando y mostrando los avances, o no, que has tenido. Eso ya es una nota positiva, pero no tóxica, porque no hay fachada.
- Romper el silencio y preguntar al otro sobre aquello que quizá sabes que está batallando. Escuchar y agradecer que estamos juntos, que la batalla aún no ha terminado.
- Mostrarnos vulnerables, demostrar que la vida real está cargada de imperfecciones (como la maternidad, que está cargada de estrés). Al final ¿qué celebración de fin de año no termina con una discusión o malentendido? Debemos recordar que esa celebración sin errores y que solo está llena de disfrute y gratitud sería muy poco humana; como discutimos en la crianza para la paz, en un artículo anterior.
Entonces, esta acción de gracia seamos generosos y pongámonos en el lugar del otro. Es clave apoyarnos como familia, creando un ambiente donde podamos ser nosotros mismos y sentir que podemos apoyarnos y sortear las dificultades entre todos. Eso nos traerá solo beneficios, especialmente porque los más pequeños podrán ver que todos podemos fallar, y que todos juntos podremos persistir y empatizar.
¡Y cuidado con ese horno para que no se queme la comida!
Por Carlos Diego Ibáñez
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