El período normal de gestación de los humanos dura unas 40 semanas, y un parto se considera prematuro cuando el bebé nace antes de las 37 semanas de gestación. El parto prematuro implica un gran riesgo para el bebé, un riesgo que aumenta mientras más corto sea el período de gestación: menor peso, inmadurez de los sistemas del cuerpo, particularmente el respiratorio, peligro de hemorragias cerebrales, problemas de salud a largo plazo y, en algunos casos, incluso la muerte. No en balde, evitar el parto prematuro es una prioridad para la comunidad científica. Una de sus múltiples causas, un cuello del útero muy corto, puede controlarse con la aplicación de un gel, muy buena noticia para las embarazadas con este tipo de anormalidad.
Desde que la mujer sabe que está embarazada, espera con ansia que nazca el bebé. Desea ante todo que su bebé llegue bien. Cuando los bebés llegan antes de tiempo comienzan los riesgos y lo que se anticipaba como un acontecimiento feliz puede complicarse. En Estados Unidos solamente, de acuerdo a las últimas estadísticas disponibles del 2010, aproximadamente de 8% al 12% de los nacimientos (1 de cada 8 bebés) son prematuros. A nivel mundial, utilizando modelos de regresión múltiples específicos hasta 2007, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que a nivel mundial los partos prematuros son en promedio de 9.6% con su mayoría en los países en vías de desarrollo: 85% en África y Asia, 7% en el Caribe y en América Latina y la minoría en los países desarrollados, 4% en Europa y América del Norte excluyendo México.
Por el enorme costo a nivel humano y social que implican las consecuencias y las secuelas de los partos prematuros, evitarlos es una prioridad sanitaria en todos los países del mundo. Y, al parecer, en determinados casos es posible hacerlo de forma fácil, segura y económica.
Unos investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, sus siglas en inglés), en colaboración con unos científicos del Instituto Nacional de Salud del Niño y Desarrollo Humano (ambos de EEUU), confirman que la aplicación de un gel vaginal de la hormona natural progesterona disminuye el riesgo de dar a luz antes de tiempo en mujeres con alto riesgo, como son aquéllas con cuello de útero corto.
Cuando el cuello uterino (o matriz) está más blando y débil de lo habitual, o anómalamente corto desde un principio, podría borrarse y dilatarse en el segundo o tercer trimestre de gestación, provocando el parto prematuro.
Hasta ahora la propia OMS (Organización Mundial de la Salud), reconocía precisamente que la administración prenatal de progesterona, independientemente de la vía y la dosis, al parecer reduce el riesgo de partos prematuros y de bebés con bajo peso al nacer. No obstante, la misma organización recomendaba precaución a la hora de administrar el tratamiento, al desconocerse si la prolongación de la gestación derivaba en mejores resultados para las madres y sus recién nacidos.
Finalmente, hay un nuevo estudio que confirma la seguridad y eficacia del tratamiento, publicado en una edición reciente de Ultrasound in Obstetrics and Gynecology. El estudio se llevó a cabo en 44 centros médicos de todo el mundo (Asia, África, Europa, Estados Unidos y Latinoamérica) y en él participaron 458 mujeres que se sometieron a una ecografía transvaginal para medir la longitud del cuello de su útero.
Todas las participantes lo tenían corto (10 a 20 milímetros) y no tenían síntomas. Las dividieron en dos grupos: uno que recibió el gel vaginal de progesterona y otro que recibió una solución de placebo entre la semana 19 y la 23 de gestación. Los resultados obtenidos revelan que los partos prematuros antes de la semana 33 de gestación se redujeron en un 45% entre las que usaron el gel hormonal. Además, los bebés de las madres que recibieron el tratamiento hormonal tuvieron menos complicaciones respiratorias que los hijos de las embarazadas a quienes se les administró el placebo.
Estos resultados son muy positivos ya que se trata de un tratamiento sin efectos secundarios y que reduce aproximadamente a la mitad los partos prematuros en las mujeres embarazadas que tienen el cuello del útero corto. Definitivamente, es una buena noticia para embarazadas que están en un riesgo alto, para la comunidad médica y para las autoridades sanitarias. Es maravilloso disponer de un tratamiento sencillo e inocuo que puede ayudar a evitar el nacimiento prematuro, uno de los problemas que más consecuencias tiene para el recién nacido, para su entorno familiar y para la sociedad en general, por el alto costo que su atención requiere a corto y largo plazo.
Además, los datos del estudio también revelan que los nacimientos antes de la semana 28 de gestación fueron de un 5% en el grupo de madres asignadas a la progesterona en comparación con el 10% de alumbramientos en las que recibieron la sustancia inactiva. Tras la semana 35, las cifras fueron de un 14% y un 23%, respectivamente.
Estos resultados pueden alentar a los obstetras a incorporar la medición del cuello del útero como una prueba de rutina durante el embarazo. Las mujeres embarazadas que tienen el cuello del útero corto pueden identificarse mediante una prueba rutinaria de ecografía a mediados del tercer trimestre. Así, posteriormente podrían recibir este tratamiento para reducir la frecuencia del parto prematuro y mejorar el resultado neonatal. Esto se puede realizar de forma segura y cómoda.
En la actualidad, la medición del cuello del útero no es una prueba sistemática que se realice en las embarazadas, pero esta investigación abre las puertas para su posible realización, así como para el inicio de estudios que valoren la utilidad de este examen en las mujeres que ya hayan dado a luz prematuramente en ocasiones previas.
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