A medida que los hombres envejecen, la glándula prostática o próstata, se agranda. Esto hace que se presione la uretra y se tengan algunos síntomas que pueden ser incómodos. Estos incluyen, entre otros, desde urgencia para orinar hasta dolor. Tradicionalmente se ha tratado este problema con cirugía, pero un tratamiento nuevo no invasivo promete ser una mejor alternativa para el agrandamiento de la próstata, pues eliminaría los posibles efectos secundarios de una intervención quirúrgica.
Se estima que más de la mitad de los hombres mayores de 60 años sufren de agrandamiento de la próstata. Aún no se sabe a ciencia cierta cuál es la causa de que la glándula reproductiva crezca, pero sí se sabe que está estrechamente ligada al paso del tiempo. Así, se calcula que todos los hombres que vivan más de 60 años, notarán los síntomas mayor o menor grado.
El agrandamiento de la próstata que se conoce como hiperplasia benigna de la próstata también, produce síntomas que pueden incluir:
- goteo al terminar de orinar,
- vaciado incompleto de la vejiga,
- incapacidad para orinar,
- incontinencia urinaria,
- dolor al orinar,
- sangre en la orina,
- necesidad de orinar varias veces durante la noche,
- sensación de urgencia para orinar que puede ser fuerte y repentina, y/o
- chorro de orina débil, entre otros.
Tradicionalmente se ha tratado el problema del agrandamiento de la próstata con cirugía, que por supuesto se recomienda de acuerdo a la gravedad de la condición. Cuando los síntomas son leves, generalmente se recomiendan ciertos cambios en el estilo de vida (ejercicio, reducción del estrés), prácticas como orinar al momento en que se sientan ganas, hasta medicamentos. Pero cuando el agrandamiento es más pronunciado, frecuentemente se recomienda la cirugía y con ella, los posibles efectos secundarios y las complicaciones que incluyen la disfunción sexual y la impotencia.
La buena noticia es que hay un procedimiento nuevo no invasivo que puede aliviar a largo plazo los síntomas del agrandamiento de la próstata. Se trata de un procedimiento llamado “embolización de la arteria prostática” cuyos resultados son tan beneficiosos como los de la cirugía, pero sin la invasión y los posibles efectos secundarios.
En concreto, la embolización de la arteria prostática funciona al bloquear el flujo de sangre a la próstata. Así, se reduce el tamaño de la glándula, se elimina la obstrucción y los síntomas mejoran.
Esta terapia no se ha hecho en Estados Unidos, pero en algunos países europeos ha tenido éxito. Concretamente, en Portugal, se realizó un estudio en el que participaron alrededor de 500 hombres entre los 45 y los 89 años de edad que sufrían de agrandamiento de la próstata.
Todos se sometieron a la embolización de la arteria prostática y los resultados fueron positivos. El 87 por ciento reportó una mejora en los síntomas a tan sólo tres meses del procedimiento. Mientras que el 80 por ciento reportó mejoría a los 18 meses y el 72 por ciento, pasados tres años del procedimiento. Además, y quizás lo más importante, es que ninguno de los hombres tuvo disfunción sexual ni impotencia.
Aunque los especialistas advierten que se necesitan más estudios para que este tratamiento esté disponible extensamente, es probable que debido a su éxito se implemente como una de los terapias para el agrandamiento de la próstata en un futuro.
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