¡Nunca debes medicarte solo!
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las infecciones causadas por microorganismos resistentes no responden al tratamiento ordinario, lo que puede prolongar la enfermedad e incluso puede llegar a ser mortal. Un alto porcentaje de las infecciones en los hospitales se debe a bacterias resistentes (por ejemplo, el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina). Y cada año, de los 440.000 casos nuevos de tuberculosis multirresistentes que se producen a nivel mundial, 150.000 personas mueren. El uso inapropiado de los antibióticos es muy peligroso ya que favorece los microorganismos resistentes. Tú puedes hacer algo para evitarlo.
Es la tercera vez en menos de un mes que Juan sufre ese molesto dolor de garganta con fiebre alta, que no lo deja ir a trabajar ni realizar ninguna de sus actividades habituales. Como corresponde, al manifestarse el malestar fue al médico, quien luego de hacerle un estudio confirmó que su dolor era producido por una infección bacteriana y le recetó un antibiótico, que debía tomar cada 8 horas, durante 10 días.
Al tercer día de tomar la medicación, Juan ya se sentía nuevamente con fuerzas y retomó sus actividades normales; al día siguiente se quedó dormido a la hora de tomar el antibiótico, pero como el malestar había desaparecido decidió que su tratamiento había terminado.
¡Un gran error! Cuando se trata de antibióticos, es muy importante que sigas al pie de la letra las indicaciones del médico, para evitar que te pase lo que ocurrió con Juan, que en menos de 5 días tenía nuevamente fiebre y la garganta muy adolorida. Como todavía recordaba las indicaciones que le había dado su médico, volvió a cometer otra imprudencia: buscó las pastillas que le quedaban y comenzó a tomar nuevamente los antibióticos.
Como si eso fuera poco, ¿te imaginas cómo sigue esta historia? Pues sí, luego de unos días Juan se sintió mejor y, en un momento, se olvidó de tomar el antibiótico. Pero como esta vez no quería interrumpir el tratamiento, entonces tomó el antibiótico cuando se acordó (3 horas después del horario que correspondía). Esto le ocurrió varias veces, hasta que completó el décimo día, como le había indicado el médico en su primera consulta.
¡Un verdadero desastre! No había pasado una semana de esto, que Juan Carlos estaba nuevamente en el consultorio, lamentándose de su terrible dolor de garganta que no lo deja en paz. “¿Doctor, por qué no sano?”, le preguntó desesperado al verlo.
Los antibióticos son medicinas muy potentes que se utilizan para curar ciertas enfermedades provocadas por infecciones bacterianas (es decir que se producen por algún tipo de bacteria). Actúan matando a las bacterias o impidiendo que se reproduzcan, pero para ello debes tomarlos del modo adecuado. Es decir: utilizarlos sólo cuando los indica el médico, en la dosis (cantidad) indicada, el número de veces diarias indicado y durante el tiempo indicado. Y en caso de duda, debes consultar nuevamente a tu médico.
Otro error muy común que mucha gente comete es tomar antibióticos por su propia cuenta cuando se sienten mal, porque quizás en algún otro momento se los ha recetado el médico. Pero esta medicina sólo sirve para combatir a las bacterias, no para cualquier enfermedad, como los resfríos, la tos, la gripe o cualquier dolor de garganta, que están causadas por virus. Por eso siempre debes consultar a tu médico antes de tomar antibióticos, y si no te los receta no insistas, seguramente no los necesitas. Y debes saber que, aunque creas que tus síntomas son similares, y aunque la infección sea bacteriana, hay diferentes tipos de bacterias y hay diferentes antibióticos para diferentes bacterias. Si tomas el antibiótico equivocado para la bacteria equivocada, también puedes hacer que la bacteria se vuelva resistente al antibiótico.
Entonces ¿Por qué es importante tomar estas precauciones con los antibióticos? Porque tomarlos de manera inapropiada puede hacer que las bacterias se vuelvan resistentes al antibiótico y disminuya su eficacia. O sea, esa bacteria ya no va a responder a ese antibiótico y tú o tu ser querido no se va a curar.
Las bacterias son seres diminutos que no se pueden ver a simple vista sino sólo bajo el microscopio. Muchas de ellas, a las que podríamos denominar “bacterias buenas”, viven naturalmente en nuestro cuerpo y son necesarias para mantener una buena salud. Por ejemplo, ayudan a digerir la comida, a destruir células causantes de enfermedades y a suministrarle vitaminas al cuerpo.
Por el contrario, hay bacterias que pueden introducirse en el cuerpo y causar infecciones y enfermedades. A esas bacterias podríamos denominarlas “malas”, son más fuertes y resistentes que las buenas, se reproducen rápidamente en el organismo, muchas excretan sustancias químicas llamadas toxinas que pueden dañar los tejidos y enfermarlos, y por supuesto, nos hacen sentir muy mal.
La forma habitual de combatirlas es tomando antibióticos. Cuando los tomas, las primeras en morir son las “bacterias buenas” del organismo, mientas que “las malas” suelen sobrevivir por más tiempo. Por eso es tan importante completar el tratamiento. Si no lo completas, las bacterias malas que sobreviven pueden volverse aún más fuertes, de modo que cuando vuelvas a tomar el antibiótico éste ya no hará efecto sobre ellas y no podrá curarte.
En ese caso necesitarás tomar un antibiótico diferente o más potente, pero si la bacteria sigue volviéndose resistente a los medicamentos disponibles en el mercado, es posible agotar los medios para combatir estos gérmenes. Es decir que pueden desarrollarse bacterias a las cuales no podamos combatir con ningún antibiótico, lo cual sería un verdadero problema. Podría llegar el día en que las bacterias ya no respondan a los antibióticos que tenemos y la gente se muera de cualquier infección. Como antes de que contáramos con antibióticos.
En efecto, los antibióticos constituyen la herramienta más importante que tenemos para combatir infecciones mortales causadas por bacterias y la resistencia a ellos es uno de los problemas de salud pública más apremiantes en el mundo.
El antibiótico actúa dentro de tu cuerpo por cierto número de horas. Para que el tratamiento sea efectivo, el antibiótico debe estar actuando permanentemente sin interrupciones durante el tiempo que te haya indicado el médico. Por eso es importante que no te olvides de tomar ninguna pastilla ni la retrases más de media hora. De otro modo, es como si cortaras el tratamiento antes de tiempo e iniciaras uno nuevo (es lo que le ocurrió a Juan Carlos cuando decidió auto-medicarse).
Ahora que sabes el poder de los antibióticos, toma el control de tu tratamiento y no dejes que las bacterias malas se apoderen de tu cuerpo.
Actualización de un artículo originalmente publicado en el 2011.
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