No, yo no estoy embriagado, sólo estoy “entonado”. Eso dicen muchos conductores que creen que tomarse uno o dos tragos no afecta su capacidad de conducir. Y así pueden convencer a sus amigos y a su familia, pero jamás al medidor de la policía y a sus propios reflejos. En Vida y Salud te damos dos razones de peso para que no te tomes ese “par de traguitos” antes de conducir, o no conduzcas si te los has tomado.
Entonado, “happy”, prendido, alegre, chapeto… todos los latinos lo llamamos de forma diferente, pero al fin de cuentas es lo mismo: tomarse algunos tragos hasta sentirse ligeramente “alicorado” pero sin llegar a estar totalmente embriagado.
Muchos conductores creen que estar en este “estado” no les impide conducir. Pero lamentablemente si. ¿Quieres saber por qué? A continuación te damos dos razones de peso para que te tomes en serio los riesgos de beber licor antes de conducir.
El medidor de la policía no miente. Aunque tú pienses que nadie se va a dar cuenta si te tomas dos traguitos, o que puedes comerte un chicle o una menta para disimular el olor que te dejó una cerveza, el medidor de la policía no es fácil de engañar y tampoco va a mentir.
El famoso “medidor” es un aparato que la policía de carreteras o de tránsito usa para identificar a los conductores que se encuentran en estado de embriaguez. Si un oficial te detiene y sospecha que has estado bebiendo, te pedirá que soples por una boquilla para medir a través de tu aliento la concentración de alcohol en tu sangre (BAC, como se le conoce por sus iniciales en inglés). Tan pronto tomas licor, éste es absorbido por las paredes del estómago y del intestino delgado y estará presente en tu cuerpo entre 30 y 70 minutos después de consumido.
Según las leyes de Estados Unidos, el límite de concentración de alcohol en la sangre permitido es de 0.8, en casi todos los estados incluyendo Washington DC y Puerto Rico. Si el medidor te marca eso o más, se considerará como si estuvieras conduciendo en estado de embriaguez, aunque tú insistas que sólo estás “entonado”.
Es muy difícil saber exactamente cuántos tragos te pueden llevar a alcanzar un BAC de 0.8. Para que te hagas una idea, un hombre que pesa 160 libras (72.5 kilos) y tiene el estómago vacío, si se toma dos cervezas de 12 onzas en 1 hora puede tener un BAC de 0.4. Pero no te confíes en esta medida plenamente pues la concentración de alcohol en tu sangre puede variar por varios factores: si eres mujer u hombre, tu peso, si has comido algo o tienes el estómago vacío, qué tan rápido tomas y si estás tomando medicamentos.
Cualquier bebida alcohólica afecta tus reflejos. Aunque tú te sientas totalmente bien después de tomarte dos copas de vino, desde el primer trago tus habilidades para conducir se afectan. Y peor aún si sientes que ya estás “entonado”, pues quiere decir que ya estás consciente de los efectos del licor en tu cuerpo.
Por ejemplo, con sólo 0.2 de concentración de alcohol en tu sangre (la primera cerveza o la primer copa de vino) tu cuerpo empieza a relajarse y tu estado de ánimo a cambiar. Como consecuencia tu estado de alerta disminuye y es probable que tengas dificultades para hacer dos cosas a la misma vez (conducir y leer las señales de tránsito) o para ver bien.
Y en la medida en que tomas más licor, se empiezan a afectar cada vez más tus reflejos, hasta que tienes problemas de coordinación, de respetar las señales de tránsito, de maniobrar el volante o incluso de mantenerte en el mismo carril.
No vale la pena ponerte en riesgo por un par de copas. Muchas personas que salen de fiesta, no planean conscientemente regresar a casa conduciendo en estado de embriaguez. Pero seamos sinceros… en la emoción de la noche es muy fácil acceder a probar el primer trago y de ahí en adelante será difícil decir que no.
Si piensas salir de fiesta, planea primero y elige una de las opciones: no tomes cuando vayas a manejar, o no manejes cuando vayas a tomar.
Hay muchas otras opciones como designar un “conductor elegido” que no pruebe el alcohol esa noche, quedarte a dormir en el lugar de la fiesta o regresarte en taxi.
De ese modo puedes disfrutar de la fiesta como quieres y regresar a casa sano y salvo sin poner tu vida ni la de otros en riesgo. Para que sigas con mucha vida y ¡salud!