¡Es cierto! El cerebro masculino y el cerebro femenino son diferentes. Te lo compruebo… a ver si reconoces esta conversación:
Ella: ¿Cómo estás?
El: Bien. (silencio)
Ella: ¿Te pasa algo?
El: No.
Ella: ¿En qué piensas?
El: En nada.
¿Cómo es posible pensar en nada? nos preguntamos las mujeres. La respuesta está en las diferencias que hay entre el cerebro masculino y el femenino: son distintos, pero ninguno superior o inferior al otro. Son como dos caras de una misma moneda, diferentes y complementarios.
Cuando el cerebro femenino está descansando, es cinco veces más activo que el cerebro de un hombre mientras trabaja. Las mujeres pensamos, por lo general, en más de una cosa a la vez. El cuerpo calloso, que es lo que conecta los hemisferios izquierdo y derecho, es más grueso en nosotras que en ellos. Esa es la razón por la cual a las mujeres nos es muy fácil integrar las emociones al pensamiento. Por eso, no entendemos cuando en un momento crítico, escuchamos que ellos dicen “hablamos mañana, no pienses en eso ahora”. ¡Imposible! El cerebro femenino siempre está alerta. En cambio, los hombres pueden separarse de sus pensamientos con facilidad. Por eso, en el diálogo del principio el hombre responde que está pensando en “nada”. Ella no lo puede creer, pues piensa que como ella, él no puede poner la mente en blanco. Pero sí puede. El cerebro de ellos tiene la habilidad de no ponerle atención a sus pensamientos.
Sin embargo, a la hora de enfocarse, ellos sólo pueden prestarle atención a una sola cosa a la vez. ¿No se dio cuenta de que tienes puesto un vestido nuevo y de que la casa está muy limpia? Si estaba haciendo otra cosa, ni siquiera lo notó.
Pero… ¿Por qué parece que ellos son de Marte y nosotras de Venus? La respuesta está en el legado que dejó el estilo de vida de nuestros ancestros cazadores y recolectores. En aquel entonces, los hombres se dedicaban a cazar para poder alimentar a su familia, por lo cual desarrollaron un gran sentido de orientación que les facilitaba localizar a sus presas. Para el hombre, el trabajo era el medio por el cual se sentía valorado, muchas veces cazaba solo y por lo tanto no hablaba demasiado. Se centraba en una sola cosa a la vez (de ahí que no se dé cuenta de tu nuevo peinado). La mujer en cambio, aseguraba la continuidad de la familia cuidando a los bebés y controlando los alrededores de la cueva, con lo cual desarrolló una gran orientación en las distancias cortas. También desarrolló una aguda percepción de los pequeños cambios de conducta en los demás (de ahí que se de cuenta de que la casa está sucia y de que algo te pasa – el sexto sentido). Además, las mujeres hablaban para pasar el tiempo en espera del cazador. De ahí que su sentido de la palabra sea más desarrollado.
¿Y qué hay del sexo? Sí, ellos piensan mucho más en eso que nosotras. Es cierto. Así les funciona el cerebro. ¡Menos mal! ¿Qué tal que nosotras no pensáramos en otra cosa? Para equilibrar, nosotros pensamos en muchas a la vez (si no, el mundo sería sólo sexo…).
Actualización de un artículo originalmente publicado en People en Español – Mayo, 2008
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